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martes, 23 de marzo de 2021

Tortura Prolongada (Confesión de un luchador maniatado parte 2)


Segunda parte del relato anterior Confesión de un luchador maniatado

 



El primer golpe lo recibí en la cara. El segundo fue una patada entre las piernas. Después me dieron dos golpes con los puños en el estómago. Y luego otra patada entre las piernas.


Cuando estaba amarrado en la silla, hablando muy envalentonado sobre cómo soporto los golpes en mis partes nobles, olvidé que no solo me iban a pegar ahí. En la lucha libre está prohibido dar golpes con el puño cerrado lo que ayuda mucho a soportar una lucha extensa: solo tienes que tener buena condición fisica y saber actuar para hacer creer que te duelen las palmadas que te dan. Y claro, los golpes a los huevos también están prohibidos, pero por alguna razón esa regla no la cumplen muy seguido. Un golpe con el puño cerrado duele mucho, sobre todo cuando no te puedes defender, y esos golpes que me dieron mientras me tenían amarrado con las manos sobre mi cabeza, me desgastaron inmediatamente. Lo bueno, y lo malo, es que fueron los menos. Estaban decididos a humillar mi hombría. No tardaron en enfocarse solo en lastimarme los huevos para ver cómo gritaba.

Después de las patadas me dieron un rodillazo que me obligó a juntar las piernas. Lo hubiera logrado si no fuera por la barra que me habían colocado en los tobillos para evitar que cerrara las piernas. Claramente tenían la intención de torturar mis testículos y no querían batallar. Luego alguien se acercó a mí, y con su mano me agarró el paquete y comenzó a apretar. En un inútil esfuerzo por proteger mi sexo levanté las piernas y quedé suspendido por la cuerda que amarraba mis manos. Después me soltó y mis pies volvieron al suelo. Un puñetazo que impactó solo en el testículo derecho me hizo gritar de dolor. Empecé a respirar agitadamente. Cuando vi que preparaban otro golpe el instinto me hizo alejar mi cadera hacia atrás. Esto no les gustó en absoluto. Antes de que pudiera reaccionar, tenía puesta una venda en los ojos que me impedía ver lo que pasaba.

Soporté tres patadas más que llegaban de alguien frente a mí, y después de una pausa, recibí otras dos patadas pero estas venían de atrás. Esas me hicieron gritar de dolor; y después de otra breve pausa, recibí una tercer patada desde atrás tan fuerte que provocaron un grito que no creo haber emitido jamás. La punta del pié chocó perfectamente con la parte baja de mis dos testículos. Si alguien estaba frente a mí con toda seguridad vió mis dos bolas saltar hacia arriba y bajar rebotando dentro de mis lycras. El dolor era inexplicable.

Afortunadamente, después de esa patada tan violenta, me dejaron de golpear. Bajaron la cadena a la cual estaban amarradas mis manos y me dejaron caer el suelo. Aunque no podía juntar mis piernas, puse mis manos en mi paquete para tratar de aliviar un poco el dolor. Mis huevos estaban muy sensibles e hinchados; seguramente mi paquete había crecido y se veía mucho mas grande de lo normal.

Alguien me tomó de las manos, yo seguía con los ojos vendados por lo que no supe quién era. Las desamarraron y me levantaron dos personas sosteniéndome de los brazos. Me arrastraron hacia otra parte del cuarto y recostaron la parte superior de mi cuerpo en un tipo de mesa o superficie, dejando mis piernas perpendiculares con el piso, mis pies apollados, mis piernas abiertas. Mi estómago estaba en la orilla de la base. Mis brazos abiertos extendidos a ambos lados en forma de cruz fueron asegurados en ambas muñecas para inmovilizarme. En seguida recibí un duro golpe en la espalda que me hizo levantar la cabeza lanzándola hacia atrás. Sin perder tiempo, me tomaron del pelo y detuvieron mi cabeza en esa posición. La molestia me hizo lanzar un pequeño grito que fue aprovechado para meter una bola de hule en mi boca y fue ajustada detrás de mi nuca. Me soltaron y mi cara se fue directo contra la mesa. Estaba amordazado con un juguete sexual. Inmovilizado de pies y manos. Mis piernas abiertas y mi culo expuesto. No pude evitar pensar en esa escena de Pulp Fiction en el sótano de la casa de empeño. Un hilo de miedo se escurrió por mi espalda. El dolor no me asusta, pero no quiero que me violen; esa es mi peor pesadilla.




De pronto alguien pasa sus manos por mis muslos y las sube hasta agarrar mi paquete. Aprieta con fuerza mis huevos y reconozco algo con el dolor que siento: son manos de mujer. A través de los años de lucha he llegado a distinguir inmediatamente si es un hombre o una mujer quien me faulea. Las mujeres son más violentas, les importa menos tu sufrimiento. Los hombres pueden ser mas fuertes, pero no más sádicos. Hay de todo, como siempre, pero en general una mujer te va a aplastar los huevos hasta que llores de dolor. El hombre se conforma con verte sufrir.



Las manos femeninas rodearon mi paquete, lo aseguraron entre sus dedos y lo jalaron fuerte hacia abajo. Alguien más le ayudó con un cordón y amarraron mis partes por encima de mis lycras. Un bulto salía entre mis piernas. Un blanco para dos puños. Yo sentía la presión de tener mis huevos amarrados. De repente, golpes seguidos y continuos atacaron mis pelotas. En un inicio me sentí sorprendido. Después de unos segundos el dolor comenzó a ser insoportable. No sé cuantos puñetazos había recibido ya, podían ser 15, o 150. Comencé a gritar pero la pelota de hule ahogaba el sonido. Uno tras otro los golpes llegaban sin piedad. Creí que me iba a volver loco.

Después de no sé cuantos golpes por fin pararon. Por unos momentos no sentí nada más que el dolor en mis huevos que me hacían moverme como si me estuvieran electrocutando. De no haber estado atado me hubiera retorcido en el suelo. Tuve tiempo de descansar del dolor y por unos momentos estuve inmóvil, recostado sobre la mesa, respirando profundamente. Nadie me decía nada. Noté que la saliva se me escurría de la boca y comenzaba a acumularse en la mesa.



De repente noté que escuchaba ruidos. En la lejanía comencé a reconocer gritos de dolor. Eran gritos ahogados de alguna persona en alguna otra habitación. Lo primero que pensé es que estaban torturando a alguien más en ese lugar. Sentí un poco de pena por aquella persona que sufría, pero pensé que tal vez fuera esa la razón por la que me habían dejado de golpear a mí, y mi egoísmo surgió para sentir alivio que no era yo a quien seguían torturando... o bueno, no eran mis testículos los que eran el blanco del ataque.

Tratando de descifrar los gritos que escuchaba me di cuenta de algo, se repetían los mismos sonidos. Reconocí los gritos. Caí en cuenta que no estaban torturando a alguien más, era un video de lo que me estaban haciendo a mí. Habían estado grabando la tortura, no sé desde qué momento, pero lo que escuchaba eran mis propios gritos, mis propios gemidos. ¿Para qué querían esos videos? ¿Qué intención había? ¿Publicarlos?





Escuché pasos que se acercaban a mí. Eran tacones. La mujer que me había golpeado mis partes como bolsa de boxeo estaba de vuelta. Sentí unas uñas largas enterrarse en mi paquete; me dolió. No solo me dolían los testículos por la presión del agarre, sino también mi verga y escroto eran torturados con un dolor penetrante y agudo. Por fin soltó mi paquete pero inmediatamente lo tomó de nuevo. Lo jalaba hacia ella sin hacer presión. Abrió su mano de manera que la bola forrada de lycra, resultado de la cuerda que amarraba mis huevos y mi verga, quedaba soportada en su palma. Y luego explotó el dolor. Noté que era su rodilla la que me golpeaba ahora. Sostenía mi paquete con su mano, y luego lo aplastaba con rodillazos. Todo mi cuerpo era impulsado hacia adelante por la fuerza de los golpes. Otra vez comencé a llorar de dolor. Mis gritos ahogados iban aumentando de intensidad.


Después de muchos rodillazos soltó mi paquete solo para darle un puñetazo fortísimo de arriba hacia abajo que me hizo gritar como niña. Continuó con más puñetazos con su otra mano sosteniendo mi paquete. Luego lo soltó, y continuó con los golpes que lanzaban mi paquete amarrado y se estrellaba contra la mesa. Agarró mi paquete de nuevo y lo jaló hacia abajo con todas sus fuerzas. Por un momento pensé que iba a arrancar mi sexo de mi cuerpo.

Por último me dio un puntapie directo en los testículos, y perdí el sentido.

***





Desperté envuelto en colchas. Cuando por fin me libré de ellas vi que estaba en un callejón. No tenía idea del lugar. Tenía mis lycras puestas, pero estaban en muy mal estado; apenas cubrían mis partes. Había un celular a mi lado, no estaba bloqueado. Me dispuse a hacer una llamada y vi que tenía un mensaje sin leer. Al abrirlo solo venía una dirección de internet. Pulsé la liga y se abrió una ventana que comenzó a cargar información. La liga era para ver un video. Se abrió en la pantalla completa y comenzó cuando di click en el triangulo orientado a la derecha que estaba en el centro. Era yo. Ni siquiera me había dado cuenta que me grababan desde antes de vendarme los ojos. Escuché todo lo que les dije antes de que me torturaran. Luego hacía un corte y aparecía suspendido por la cadena con mis manos amarradas sobre mi cabeza, luego sobre a la mesa. Vi la violencia con la que me torturaron. Me dio un escalofrío y paré el video antes de que comenzara la parte donde perdía la conciencia. Quedaba todavía 10 minutos de video. No me atreví a verlo.No tenía idea de lo que me habían hecho al final, pero prefería dejarlo así.

Llamé a mi amigo para que me hiciera el favor de recogerme. Era el único teléfono que sabía de memoria. Le envié mi ubicación por mensaje; por fin sabía dónde estaba: en el centro de la ciudad, a un lado de un bar; era el bar de donde había salido antes de que me secuestraran. Esperé a que llegara mi amigo y me subí al coche. Cuando me senté en el asiento sentí que mis huevos estaban muy sensibles y adoloridos.

"Maneja con cuidado" le pedí. "Los baches y los topes me lastiman". Fue lo único que le dije y me quedé dormido otra vez en su asiento.

lunes, 29 de enero de 2018

Lucha de parejas (en la que me destrozaron) PARTE 3/3



Alpetkin Ozkilic 'El Turco'
Conan tomó las esposas que había sacado de su mochila, se acercó al Turco, lo llevó al esquinero, y le esposó las manos en el tensor de la segunda cuerda. El Turco estaba inmovilizado, sentado en la esquina con sus brazos esposados sobre su cabeza. Ya no había nada que pudiera hacer para ayudarme. Conan se acercó a mí. Teo se levantó solo para que Conan me tomara de los brazos y los inmovilizara sobre mi cabeza. Estaba tirado sin poder moverme. Conan puso su rodilla justo sobre mis bíceps, el dolor ya era considerable entonces. Teo pateó mis piernas para que quedaran abiertas. Yo enseguida las junté porque suponía lo que planeaba. Traté de encogerme pero Teo me dio un puntapié en la espalda. Me arqueé y enseguida puso su bota en mi vientre bajo y me obligó a quedar completamente de espaldas en la lona para después sentarse en mis muslos. Se acomodó para que mis piernas quedaran ligeramente separadas y metió la mano dentro del short por la abertura de una de las piernas. Llegó hasta mi paquete y lo palpó para encontrar los huevos. Yo veía cómo mi bulto se movía, aunque en realidad era la mano de Teo bajo mis shorts buscando su objetivo.
"Mucho mejor. Esos shorts de lycra que tienes debajo me dejan trabajar a gusto." Con eso dio un fuerte apretón a mi paquete. Uno de los huevos se escapó por lo que la mayor parte del castigo lo sufrió mi testículo derecho. El dolor era insoportable. Luego con esa mano volvió a buscar los testículos pero en vez de apretarlos, los amarró con su mano. Un bulto grande se levantó por debajo de mis shorts grises, ese sí era mi paquete. Y de repente su otra mano se convirtió en un puño y golpeó el bulto con todas sus fuerzas. Creí que me iba a desmayar, mi cuerpo se convulsionó tratando de liberarse sin éxito. Mi cara cambió de color; mi gesto era de pánico absoluto. "Por favor, Teo, no más, por favor, me rindo, me vas a lastimar," dije con el poco aliento que me quedaba.
"No te preocupes Vuser, yo sé cuánta tortura soportan los testículos sin causar daños severos, soy urólogo cabrón, confía en mí." Teo guiño un ojo y dejó caer su puño otra vez en mi paquete.
"AAAAAAHHHHHHHHHHHHHHH," grité con todas mis fuerzas.
Me soltaron y me dejaron tirado. Confiaban en que no me iba a mover en un buen rato. Era el turno del Turco. Cuando se acercaron el Turco estaba intentando de alguna manera liberarse de las esposas.
“No mames, Turco, ¿cómo te piensas quitar eso?” dijo Conan, y en seguida le dio un puntapié en el muslo para tratar de tirarlo. Cuando eso no sucedió lo pateo otra vez y otra vez hasta que cayó en la lona. Teo se acercó a él y le dio una cachetada como lo había hecho conmigo. Luego lo pateo dos veces en el abdomen. Mi pobre amigo estaba sentado en el esquinero con las manos esposadas sobre su cabeza, y yo no podía ayudarlo. Lo que siguió fue lo que Teo hace mejor, puso su bota en el paquete de del Turco y empezó a ponerle presión. Según lo que me contó el Turco eso no le dolió tanto porque los huevos se movían y la verga aguanta más castigo. Teo se agarró de las cuerdas superiores para poner más presión en la entrepierna del Turco. Le aplastó los huevos alrededor de 30 segundos, moviendo su bota y torciéndola para tratar de causar más dolor, aunque en realidad no lo estaba lastimando tanto. Pero lo que sí le dolió fue en el puntapié que le propinaron justo después. El Turco quedó viendo hacia el piso con las piernas juntas para tratar de evitar otra patada. Teo le agarró la cara por la quijada para que lo viera a la cara.
Conan con su cuerda
"Parece que no pones mucha resistencia, trapo," le dijo Teo. Lo soltó y fue hacia su mochila. Volvió con Conan a su lado y una larga cuerda. Al parecer no era suficiente inmovilizar las manos del Turco, tomaron una de sus piernas y trataron de acercarla a la cuerda baja del ring para amarrar su talón ahí. Cuando el Turco se dio cuenta de esto y trató de evitarlo, Conan le dio un puñetazo en el estómago, lo que hizo que encogiera sus piernas instintivamente, pero después perdió fuerzas y lograron su cometido. Lo mismo pasó con su otra pierna, pero para esto Conan lo agarró de los huevos y empezó a apretar hasta que el Turco gritó y perdió las fuerzas para resistirse.
Totalmente inmovilizado, esposado de las manos y amarrado de los pies, mi amigo estaba totalmente expuesto a más tortura y humillación.
Estaban los dos de frente a su víctima. Empezaron a repartirse los castigos que le iba a aplicar cuando el Turco empezó a moverse para tratar de quitar el amarre de uno de sus pies. Supongo que lo estaba logrando porque Conan se acercó a uno de los nudos para ajustarlo, se agachó con las piernas separadas y Teo se puso de frente al Turco para decirle lo que le iban a a hacer. Ninguno de los dos se dio cuenta de que yo me había puesto de pie a pesar del dolor. Me acerqué sin hacer ruido y evalué lo que podía hacer. Decidí arriesgarme y tratar de tumbarlos a los dos. Tomé impulso y le di una patada a Conan entre las piernas con todas mis fuerzas. Conan se cayó al suelo con un fuerte “¡oooooouuugghhhhh!” Inmediatamente puse una rodilla en el suelo mientras Teo reaccionaba y volteaba su cuerpo. Con la fuerza que me quedaba solté un uppercut con mi puño directo en sus huevos. Mi puño se hundió en su paquete, sentí como su bulto se machacaba. Igual que Conan, soltó un grito de dolor y se llevó las manos al paquete. Con mis dos rivales en el suelo pensé que lo mejor era deshacerme de uno antes de tratar de ayudar al Turco. El que mejor estaba en posición de dominar era Teo, que estaba de rodillas. Lo rodeé y lo tomé del cuello. Cinco segundos después estaba inconsciente en la lona. De puro coraje le di una patada en los huevos, y aunque no la sintió en ese momento, yo me sentí muy bien de dársela.
Luego me acerqué a Conan, pero ya se estaba recuperando de la patada que le di, por lo que no pude someterlo tan fácilmente. Primero traté de tomarlo por el cuello por detrás como había hecho con Teo, pero Conan es muy ágil y giró su cuerpo para evitarlo. Se levantó y empezamos a rodearnos tratando de encontrar una oportunidad de atacar. Le solté una patada sin lograr golpearlo, pero luego él intentó lo mismo y pude detenerle el pie. Lo sostuve y lo tumbé a la lona. Traté de darle otro golpe bajo, aprovechando que esa zona estaba sensible, pero no logré acomodarlo, por lo que aproveché que se protegía sus partes blandas para tomarlo del cuello y presionar su trapecio con mi pulgar. Este castigo fue muy efectivo porque inmediatamente dejó de poner resistencia. Entonces lo agarré del paquete que se veía muy bien definido por sus pantalones de tela ajustados, y apreté con fuerza. Conan soltó un grito. Tuve que repetir el apretón porque cuando comencé a poner fuerza los testículos se escaparon de mi mano. Conan soltó otro grito con el segundo apretón y trató de tomarme del pelo, pero yo apreté con más fuerza, y esta vez los testículos no se escaparon por lo que recibieron toda la presión que puse. Conan retiró sus manos en posición de rendición y me pidió que lo soltara.
"Me rindo, me rindo, Vuser, suéltame por favor," me dijo.
"¿Dónde está la llave de las esposas?" le pregunté sin soltarlo.
"No sé, AAAAAHHHHHH" le apreté con más fuerza los huevos.
"Dime cabrón," le di un golpe en el estómago para castigarlo más.
"En la mochila, en la mochila, ya, ya por favor," me dijo con los ojos cerrados de dolor y sus manos abiertas sobre la mano que le estrujaba su paquete. Yo lo solté pero inmediatamente le di un puñetazo en la entrepierna para debilitarlo más. Conan gritó y se giro para quedar en su costado agarrándose los huevos. 
Me levanté para ir a donde estaba el Turco y él me estaba viendo con cara de preocupación y girando sus ojos. Apenas escuché que me dijo "cuidado" cuando recibí un golpe en la espalda. Teo se había levantado y yo no lo había visto. Me caí de frente y cuando trataba de levantarme sentí una mano que me agarraba de los huevos. El apretón no fue nada compasivo. Levanté el culo por instinto y Teo levantó más su mano. Luego me tomó del hombro con la otra mano y me llevó estrujándome los huevos hasta el esquinero. Me puso con el pecho en la colchoneta de la tercera cuerda y apretó con más fuerza. Solo pude juntar mis piernas y aguantar el castigo.
De repente Conan apareció frente a mi cara, del otro lado del poste. Yo tenía mis manos sobre la mano de Teo esperando que me soltara para cubrirme, lo que aprovechó Conan para atacar mi cara. Me dio tres cachetadas, luego me tomó de las fosas nasales y levantó mi cara hacia arriba. Luego me retorció las orejas y presionó mis ojos con sus pulgares. Yo ya no sabía qué me dolía más.
Conan se alejó por un momento. Después de lo que pareció una eternidad, Teo me soltó los testículos  no sin antes dar un último apretón hasta que mis huevos se escaparon de su mano por la presión; yo caí arrodillado frente al poste sin poder moverme. Teo me tomó de los pectorales por detrás y me pellizcó fuertemente. Me levantó y me estrelló contra el esquinero aplastándome con su cuerpo. luego me volteó para que quedara de frente a él y me sonrió.
"Buen come back, Vuser. Pero no fue suficiente," me dijo en el momento que yo levanté mi rodilla y le di de lleno en los huevos. Teo soltó un grito gutural que delataba el dolor que le causé; se dobló hacia el frente con las manos en sus genitales y dio dos pasos hacia atrás. Pero en el momento que iba a moverme para acercarme a él Conan me tomó de los brazos por fuera del ring, los jaló hacia atrás y hacia abajo y me esposó las manos por debajo del tensor de la segunda cuerda. No tuve ni tiempo de reaccionar, en menos de 10 segundos me encontraba inmovilizado y a merced de estos dos luchadores. La lucha había terminado y habíamos perdido nosotros.
"Vaya, vaya," dijo Teo. "Parece que se les acabó el show. Y todavía quedan 7 minutos antes de que termine la media hora de lucha. No que eso importara, ¿verdad? Porque, bueno, ¿qué pueden hacer ahí amarrados los dos?" Se acercó a mi, con una mano sobando su entrepierna.
"Ja, ja, los vamos a usar de costal de arena," dijo Conan. "¿Con quién empezamos Teo?"
"¡Me diste bien, pinche Vuser! Me las vas a pagar. Pero ahorita vamos a empezar con el Turco para dejar descansar a este," le dijo a Conan y me dio un puñetazo en el estómago que me hubiera hecho doblarme si no hubiera estado esposado.
Se acercaron al Turco que estaba sentado en el esquinero con las piernas abiertas y amarradas cada una a la cuerda baja y con las manos esposadas sobre su cabeza en el tensor de la segunda cuerda. 
"Teo no mames, ya nos rendiste, ya nos ganaste. Ya párale," le dijo el Turco, con la esperanza de detener el castigo que seguía.
"Cállate, me quedan menos de diez minutos para hacer lo que quiera con ustedes," dijo Teo mientras caminaba hacia la esquina contraria. Conan solo lo veía. "Y no chilles, que no los vamos a lastimar, solo quiero tener la satisfacción de castigarlos. Tengo que aceptar que tú eres uno de los luchadores que mejor se defiende. Y a Vuser ya le traía ganas desde hace rato. Ya sabes que me gusta usar a los mejores como juguetes."
Terminando de decir eso arrancó en dirección a la esquina donde estaba el Turco y le cayó de sentón en el pecho. Turco dejo escapar un "UMPPFFF" que le sacó el aire. Teo quedó con ambas piernas en cada lado del tórax del Turco. Luego empezó a brincar aplastando al Turco cada vez que caía en sus pectorales.
"¿Qué se siente que te ponga los huevos en la cara, Turquito?" se levantó y dio dos pasos para atrás. "Te toca," le dijo a Conan.
Conan se acercó al turco, se puso en una rodilla y le soltó un duro golpe en el estómago. Después le dio otro golpe, un poco más abajo y luego siguió un golpe en el vientre. Le dio un golpe más justo arriba del paquete, y el último, obviamente lo dejó caer en los huevos del Turco.
Mi amigo trató de juntar las rodillas, pero el amarre en sus talones no lo dejaba. "¿dolió?" le preguntó Conan, y repitió el último golpe. Turco soltó un grito de dolor. Conan le tapó la boca y le dio dos codazos en la cabeza. Luego se levantó y puso un pie en su paquete. El Turco se hizo lo más atrás que pudo. Su espalda estaba pegada a la colchoneta del esquinero. Conan lo siguió con su pie, y una vez que ya no se podía hacer más para atrás comenzó a acomodar la planta de su bota para que aplastara todo el paquete del Turco contra la lona. Levantaba su bota de vez en cuando y la volvía a presionar asegurándose que todo el paquete quedaba debajo de su planta. Yo solo podía escuchar gritar a mi amigo.
Luego se acercó Teo, Conan quitó su bota del bulto del Turco. Teo empezó a patear los muslos expuestos de mi amigo. Primero el izquierdo, luego el derecho, cada vez que los pateaba iba acercándose más a la entrepierna. Estaba jugando el mismo juego que Conan. Por último le dio una patada en cada una de las ingles del Turco, y terminó dándole tres punta pies justo en los testículos.
"Ok, vamos a dejarlo ya," dijo Teo. "O si quieres síguele tú, pero yo quiero aprovechar los últimos minutos con Vuser."
"No, yo también lo quiero deshuevar. Le quiero dar un rodillazo fuerte," dijo Conan.
"Solo le podemos dar un rodillazo más, porque yo le di uno al principio y estuvo duro, no lo queremos lastimar," dijo Teo. "O se lo das tu, o se lo doy yo, pero solo uno. Y a mi me dio un rodillazo hace rato, creo que me lo merezco yo." Conan hizo una mueca de frustración, y luego le respondió:
"¡Chingado! Bueno, dáselo tú. Pero lo que quede de propinarle al Turco me toca a mí."
"Ok, pero primero vamos con este vato," dijo Teo refiriéndose a mí. "Tráete la otra cuerda." Conan se alejó a donde habían dejado sus mochilas.
"Vamos a ver Vuser. ¿Qué clase de apodo es Vuser? en primer lugar," dijo Teo. "Parece nombre de personaje de animación de fiesta infantil." Yo no tenía intención de contestar nada. "Esos shorts que traes puestos se ven muy cómodos para entrenar, pero me estorban mucho para lo que te tengo preparado. ¿Qué tal si te los quitamos?"
"No," dije yo.
Roger Huerta 'Vuser sin shorts'
"Bueno, esa fue una pregunta retórica," me dijo, y comenzó a bajarme los shorts. Yo me empecé a mover para evitarlo. "Tranquilo, tranquilo, no te voy a violar, carbón." Teo no lograba bajar los shorts debajo de mi cadera, por lo que se empezó a desesperar. Metió su mano dentro de los shorts y me agarró el paquete completo. "Deja de moverte o te va a ir peor, no puedes hacer nada." Yo rodeé a Teo con mis piernas para evitar que me quitara los shorts, pero me dio un fuerte apretón de huevos que me hizo perder fuerza. Apoyé mis pies en la lona con las piernas abiertas, Teo quedó en medio de mí agarrándome el paquete por debajo de los shorts. Luego me jaló hacia él aumentando el dolor. "Conan, ven, ayúdame a quitarle esto a este cabrón."
Conan se acercó y me obligó a quitarme el short de tela de algodón que traía puesto. Al principio intenté poner resistencia, pero Teo me apretó otra vez con fuerza los huevos, esta vez con las dos manos. Junté mis pies y Conan no batalló para retirar mis shorts.
"Ándale, ahora si ya estás listo," me dijo Teo viendo como quedaba con solo los shorts de lycra ajustados que marcaban completamente mi paquete. "Ahora si puedo ver exactamente donde golpear. Estas lycras tienen la red para que te pongas una concha, seguro te da coraje no haberlo hecho, aunque para ahorita ya te la hubiera quitado yo," dijo Teo. "Y déjame que te diga que tienes grandes los huevos, no puedo imaginar cuánto te va a doler." Dijo eso y me soltó. Yo junté inmediatamente los pies y traté de doblarme para cubrirme un poco.
Conan tomó la cuerda que había dejado en el piso mientras me descubrían de mis shorts. Teo me tomó de un pie y lo levantó. "Dale una patada," le dijo a Conan, que obedeció inmediatamente. Me pateó los huevos con suficiente fuerza para hacerme patalear de dolor. Teo acomodó mi pierna en la segunda cuerda y Conan la amarró con fuerza. Luego discutieron si debían amarrar la otra del otro lado, pero decidieron que era mejor solo una.
Conan se acercó a mi cara y la levantó por la barbilla. Comenzó a darme puñetazos en el estomago con su otro brazo. Cuando se cansó me soltó la cara y me dio una cachetada. Luego me pellizcó los pezones un rato. Por último, porque Teo le dijo que le tocaba a él torturarme, me dio un manotazo fuerte justo en el paquete, con el dorsal de su mano. Era increíble pero no me acostumbraba al dolor.
Luego se acercó Teo y comenzó a ahorcarme. Eso no me dolió, y hasta tuve la esperanza de desmayarme, pero no era la intención de Teo. Solo quería verme poner mi cara azul. Luego salió del ring para quedar detrás de mí, pasó su mano entre mis piernas y me agarró el bulto. "Perfecto, ahora si no batallo nada," dijo Teo, refiriéndose a mis shorts de lycra. Jugó con mi paquete un poco mientras acomodaba su mano para tener el mejor agarre y luego apretó jalando mis bolas hacia él. Yo quería doblarme pero mis manos esposadas me causaban dolor cuando lo intentaba.
Del otro lado Conan no tenia más piedad con el Turco. Lo pateaba en el estomago, y luego en los huevos. Luego le daba un puñetazo en el estomago, y otro en los huevos. Le pellizcó los pezones y le pellizco los huevos. También lo jaló del pelo de un lado a otro, moviendo la cabeza del Turco, luego le agarró de los huevos y los empezó a jalar de un lado al otro. "Este rango de jaloneo está más limitado," le dijo al Turco para burlarse. El Turco lloraba.
En mi esquina, Teo levantó la pierna que tenía libre y la acomodó alrededor de la segunda cuerda para que quedaran mis piernas abiertas de par en par. Tenía agarrado mi talón con su mano para que no pudiera moverla. Me dio tres patadas seguidas en los huevos. Luego decidió amarrar la pierna para tener sus manos libres. Quedé totalmente amarrado, abierto de piernas en la esquina. Teo se tiró boca arriba en la lona debajo de mí y usó mi paquete como pera de boxeo. "A ver cuántos golpes aguantas sin gritar, Vuser," dijo Teo mientras comenzaba a golpear mis huevos, "uno, dos, tres" solté un grito de dolor. "Nada más tres, que joto eres." Quería saber cuánto aguantaba sin gritar, una vez que lo hice siguió golpeando. Algunos golpes se pausaba para golpear con más fuerza. Yo gritaba con cada uno.
Wade Hayes 'Teo saliendo vencedor de la lucha'
De repente sonó un timbre. Teo se detuvo.
"Noooooo, se acabaron los 30 minutos," dijo mientras se levantaba de donde estaba. Casi gritaba de alivio. Me mantuve callado para no generar ninguna molestia de mis torturadores.
"¿No podemos seguir un rato?" preguntó Conan.
"No mames, ya califica como tortura esto," dijo Teo. "Trae las llaves para soltarlos.
Conan fue por la llaves a su mochila, y soltó al Turco primero, no sin antes darle un buen puñetazo que aplastó el bulto del Turco contra la lona. Le acomodó el paquete y lo sostuvo con una mano para que no se moviera, luego lo golpeo usando su otro puño como martillo y dejó el puño ahi para aplastar más los huevos contra la lona. El Turco gritó de dolor, y cuando lo soltó Conan, solo se dejó caer hacia un lado cubriéndose el paquete y no se movió.
Luego llegó a donde estaba yo. Me desamarraron las piernas para que pudiera pararme, aunque apenas tenia fuerzas. Me quitó Conan las esposas y tuvieron que ayudarme a pasar los brazos hacia enfrente, me dolían muchísimo los hombros; casi tanto como los huevos.
"Ya se acabó, trapo, ya se acabó. Sobreviviste," me dijo Conan.
"Falta lo último," dijo Teo, y antes de que pudiera reaccionar me dio un fuerte rodillazo entre las piernas. "No podía dejarte sin el rodillazo que me faltaba por vengar."
Solté un grito de dolor. "¡Ooooouuufffff!" No esperaba ese último golpe. Me caí 
al suelo y me hice bolita. No dejaba de quejarme y respirar tratando de quitarme el dolor.

"Bueno, ya nos vamos nosotros," dijo Teo. "Ahí cierran antes de que se vayan. Tómense un ibuprofeno porque no van a poder pararse ni hoy ni mañana."
"Estuvo buena la lucha," dijo Conan.
"Sí, me gustó," dijo Teo. "Vamos por unas cheves."
Salieron del ring, recogieron sus cosas y se fueron. El Turco y yo nos quedamos tirados mucho tiempo, creo que yo me quedé dormido después de algunos minutos. Cuando por fin me pude levantar el Turco estaba boca arriba con las piernas dobladas y con las manos adentro de sus shorts ajustados. Yo me puse de rodillas sentado en mis talones con las piernas abiertas. Despegué mis shorts de lycra de mi paquete para que no estuviera en contacto con nada. Voltee a ver dentro de mis shorts esperando no ver sangre; no estaba tan mal como se sentía. Mis huevos se veían y se sentían mucho más grandes que su tamaño normal. Estaban hinchados y rojos.
Después de una hora, mas o menos, por fin nos pudimos poner de pie los dos. Yo agarré mis shorts de algodón pero no me los puse. Me puse una camiseta que traía y me desabroché las botas. Llegué con el Turco, que estaba parado con las manos en sus rodillas y viendo hacia el piso, como si fuera a vomitar. Le puse una mano en el hombro y le dije "qué chinga nos pusieron." Turco me volteó a ver, se rió y soltó una última expresión de dolor "aaaaaauuuchhh". Por fin se levantó completamente y comenzamos a caminar hacia la salida. Cada paso era un recordatorio de lo que nos habían hecho.
Juramos ganar la revancha. Pero esperaríamos un buen tiempo. No había prisa, y nuestra hombría no iba a soportar otra tanda de este tipo de lucha. Decidimos descansar las siguientes tres semanas. Seguro Aleks nos iba a extrañar.
FIN

sábado, 27 de enero de 2018

Lucha de parejas (en la que me destrozaron) PARTE 2/3

Yo seguía en cuatro puntos abajo del ring, un poco más aliviado de tanto dolor. Conan llegó por detrás de mí y me cargó con ambos brazos, uno entre mis piernas y el otro en mi pecho. El brazo que me puso en la entrepierna me molestó mucho porque mis huevos estaban muy sensibles, pero su intención no era lastimarme.
Me aventó dentro del ring y rodé una vez para terminar tirado boca arriba. Teo le indicó a Conan que me acercara a él.
"¿Qué pasó, muñecas?" dijo Teo. "No parece que nos estén poniendo una arrastrada."
"'Los trapos' los vamos a llamar de ahora en adelante," dijo Conan, y luego me aplicó una garra en mi abdomen desprotegido.
No recordaba cuánto dolían esos castigos. Quería que el Turco viniera a salvarme otra vez, pero cuando giré mi cabeza para buscarlo vi como Teo lo tenía boca abajo con su rodilla en la espalda y apalancando uno de sus brazos. Instintivamente volteé a ver el cronómetro del muro: apenas habían pasado 4 minutos y medio.
La garra que Conan me estaba aplicando en el estómago se volvió menos intensa, o por lo menos así lo sentí yo. El dolor de huevos había disminuido un poco y pensé que si me iba a poder quitar a ese luchador de encima ese era el momento. Solté un golpe con mi antebrazo al pecho de Conan que lo sacó de balance. No me soltó pero claramente le quité intensidad a su castigo. Tuvo que utilizar uno de sus brazos para evitar el siguiente golpe que le lancé y ahí aproveché para impulsarme hacia arriba y derribarlo. Esperaba que Teo no se diera cuenta de esto, para que no me quitara la inercia que había ganado.
Voltee mi cuerpo y quedé sobre Conan que estaba de costado en la lona. Tomé uno de sus brazos y con mucho esfuerzo lo inmovilicé con una de mis piernas. Lo tomé del cuello pero el se giró para quedar boca arriba, yo estaba en una posición muy incomoda en un costado suyo con su brazo todavía amarrado con mi pierna, entonces se me ocurrió hacer una llave alrededor de su cuello con mi otra pierna para inmovilizarlo y poder atacarlo en su abdomen. Empecé a darle golpes directos y trató de cubrirse llevando las rodillas al pecho, lo que aproveché para tomar una de sus piernas y tratar de inmovilizarlo, pero no resultó, y por mi esfuerzo de controlarlo logró zafar su brazo de mi pierna y girar para liberarse completamente. Quedó en posición de cuatro puntos, y yo logre quedar de pie rápidamente por lo que aproveché para darle una patada directa en el estomago que lo hizo girar y quedarse tirado.
Me dirigí hacia Teo para vengarme y liberar al Turco. No quería que el Turco pensara que era un pésimo compañero, tenía que demostrar algo. Pensé en la mejor manera de faulear a Teo pero no estaba en buena posición para hacerlo. Entonces decidí darle una patada por detrás en las costillas que lo hizo soltar al Tuco inmediatamente y girarse. Claramente estaba sorprendido.
Antes de que pudiera reaccionar yo ya estaba encima de él abrazándolo por detrás con brazos y
piernas tratando de inmovilizarlo y dándole tiempo al Turco para que se acercara a golpearlo. Teo realmente estaba muy grande y muy fuerte. Nunca lo había tratado de someter y la verdad es que no era algo fácil de hacer. Teo se dejó caer hacia atrás para aplastarme, lo que funcionó porque su espalda me aplastó los huevos que todavía estaban sensibles. Esto no me dolió mucho, pero la estrategia de Teo funcionó, ya no estaba yo en la mejor posición. Por fortuna el Turco sí se recuperó rápidamente y comenzó a patear a Teo en el estómago. Pero esa ventaja no duró mucho tiempo porque Conan también ya se había recuperado y atacó al Turco.
Conan se llevó al Turco tomado por la espalda hacia las cuerdas. El Turco trató de quitarse el abrazo pero no lo logró y terminó de frente a las cuerdas lo que aprovechó Conan para tomar los brazos y estirarlos hacia atrás. El Turco estaba atrapado con la tercera cuerda en las axilas y el pecho. Trató de tirar patadas de filomena pero Conan estaba muy cerca y no tuvieron impacto fuerte.
Yo seguía tratando de controlar a Teo con mis brazos alrededor de su cuello y mis piernas alrededor de su cintura, pero Teo era muy fuerte y alcanzó a girarse para intentar levantarse. Estábamos cerca de uno de los esquineros por lo que Teo lo único que tuvo que hacer fue levantarse un poco e impulsarse de espaldas hacia él para que yo chocara con las colchonetas. Perdí fuerza en mi agarre y antes de que pudiera reaccionar Teo ya estaba levantándose y presionando su cuerpo contra el mío. Me agarró de los pectorales y me levantó al mismo tiempo que él se ponía de pie. Este castigo también estuvo muy bien aplicado y fue muy doloroso. Yo trataba de quitar sus manos pero al ver que no podía intenté darle un rodillazo en la entrepierna, pero él la esquivó aventando el culo para atrás, y mi rodilla quedó en su estómago, y aunque no le pegué fuerte, por lo menos era una palanca que me ayudaba a empujarlo lejos de mí.
El Turco
"Mira mira, nunca te he visto soltar un golpe bajo en tus luchas. Creo que te estoy mal educando," dijo Teo mientras aplicaba más fuerza contra mis pectorales. Yo grité de dolor y esto pareció gustarle a Teo. Enseguida soltó uno de mis pechos y me dio un fuerte puñetazo en el estomago que me sacó el aire. Me soltó y me caí en la lona. Lo vi alejarse de mí y acercarse a Conan que todavía tenía sometido al Turco en las cuerdas.
"Déjame pasar," le pidió Teo a Conan. Él se movió un poco hacia la derecha dando espacio a Teo para que estuviera directamente detrás del Turco, y metiendo su mando entre las piernas lo agarró de los huevos y lo levantó.
"A ti no te hemos dado tu dotación de humillación, Turquito," le dijo Teo mientras el Turco lanzó un gemido que después de unos segundos se convirtió en un grito. Al escuchar eso volteé a ver lo que pasaba y vi a Teo con la mano entre las piernas del Turco levantándolo y el Turco moviendo sus pies que no alcanzaban a tocar el piso. Cuando me acerqué a su defensa Teo lo soltó y me tomó del cuello. Me aplicó un tirabuzón que me dejó sometido.
"Ven acá Conan, deja al Turco tantito," dijo Teo, y me preocupé un poco por eso. Conan soltó al Turco y antes de que pudiera reaccionar le metió otro golpe de faul con su puño entre las piernas del pobre Turco. Se cayó con las manos entre las piernas y en posición fetal.
Se acercó a donde me tenía Teo con el tirabuzón. "Lo tengo en posición perfecta para que le metas una patada." Teo no tuvo ni qué especificar donde debía de patearme Conan. Alcancé a gritar "no" cuando Conan me dio una buena patada en los huevos que estaban en posición totalmente expuesta. Me retorcí y quise tirarme pero Teo me tenía muy bien detenido. Teo soltó uno de mis brazos e inmediatamente busco agarrarme de los huevos por detrás. El brazo que soltó se fue directo a cubrirme esa área, pero no fue tan rápido, Teo me dio un agarrón que me estrujó todo el paquete, pero no logró agarrarlos testículos, aunque me dolió de todas maneras porque los huevos se le escaparon cuando trató de cerrar el puño.
Roger Huerta 'Vuser'
"Estos shorts que traes puestos me estorban un poco," dijo Teo mientras me soltaba y yo caía al suelo adolorido con las manos en mis genitales. En seguida, Teo me puso boca arriba y se sentó en mi estomago. Mis brazos quedaron atrapados bajo su peso, pero por lo menos no podía torturarme más los huevos. Aunque lo que siguió no fue más divertido. Me aplico otra vez la garra a los pectorales fuertemente, solo que esta vez no me podía defender. Empecé a gritar de dolor.
"¿Te duelen, Vuser?" Yo no dejaba de gritar. "¿Nunca jugaste chichi blanca o chichi negra en la secundaria? Tal vez si me dices 20 marcas de cigarros te suelte," me dijo burlándose. "Ándale, Vuser, 20 marcas de cigarro y te dejo ganar."
"Chinga tu madre," fue lo único que alcancé a decir. Teo se rió. Después me soltó los pectorales y me enseñó sus dedos índice y pulgar mientras los juntaba y los frotaba. Lo que sigue fue otra humillación peor, me pellizcó los pezones fuertísimo. El dolor fue insoportable. Sin importarme mi orgullo empecé a pedir que me soltara.
"Ya, ya, por favor, ya me rindo," grité a pesar de mí. Pero Teo se burló.
"¿Crees que es todo? ¿Tu crees que con eso me conformo? No me conoces chamaco, todavía falta muuuuuucho tiempo," dijo sin soltarme. Me dio dos cachetadas, una de cada lado. Luego me tomó de la boca y me dijo “me estoy divirtiendo mucho".
Cuando por fin me soltó fue porque le dijo a Conan que se acercara para torturarme 2 vs 1. Y aquí fue cuando empezó la verdadera pesadilla. Conan había estado castigando al Turco con una llave que te cansa de solo estar sufriéndola; le había aplicado el nudo durante los últimos 3 minutos. Pobre Turco no tenia fuerzas para nada. Entonces Conan fue a donde estaban las mochilas suya y de Teo y sacó unas esposas. Vio que lo estaba viendo y me dijo "Todo vale, ¿no?". No lo quería creer, estábamos muertos, pensé. 



Man of the North (part 2 of 3)

 (This story starts with "Man of the North (part 1 of 3)") That afternoon I went to see my uncle. I was surrounded right away ; I ...