martes, 11 de septiembre de 2018

Amanda

Llegué a casa de Amanda como a las 6:30 pm. Me había invitado para "ver una película", lo que solo podía significar una cosa: quería mi verga, estaba caliente y necesitaba sexo sin compromiso. Yo no tenía muchas ganas de ir, pero no podía arriesgarme a que se molestara conmigo y llamara a alguien más; al final era un acuerdo mutuo y a veces yo necesitaba un acostón de cuates.

Amanda no es muy guapa, pero tiene muy buen cuerpo. No quiero decir que es fea tampoco, simplemente no es la chica que todos voltean a ver en el gimnasio. Esa sería Rebeca. Guapísima de cuerpo entero, y aparte muy atlética. A Amanda la conocía desde antes de que entrenáramos juntos, pero la había dejado de ver 3 años antes de eso, cuando empecé a salir con mi ahora ex novia. La falta de disponibilidad mía había cortado el único enlace que nos mantenía en contacto.

Pero después de tres años ya no era la misma que conocía. Inmediatamente después de que empezara a salir con Gaby, había entrado al gimnasio y se había convertido completamente en una gladiadora. Era puro músculo y su espalda había crecido al doble. Competía en torneos nacionales y hasta iba a Estados Unidos para participar en eventos. Había hecho varios amigos en el gimnasio y como siempre ha sido muy agradable, no tiene problemas conectando con la gente, pero por alguna razón nunca ha tenido un novio formal.

Cuando entré al gimnasio no tardamos mucho en retomar nuestras "visitas" esporádicas. El primer día que la vi entrenando ahí le di un fuerte abrazo y nos quedamos platicando un buen rato, y a la semana siguiente ya estábamos cogiendo como hacía tres años. Después de eso, cada cierto tiempo uno de los dos llamaba al otro y nos veíamos en la casa de alguno de los dos. Nada de citas románticas, nada de cenas ni salidas al teatro. 'Ven', 'voy', pum pum pum, 'hasta luego', 'adiós'. Ese es un resumen muy atinado de lo que pasaba cada vez que nos veíamos.

Pero algo me había llamado la atención las últimas veces que nos habíamos visto. Amanda quería platicar. Hacía 6 semanas me había pedido que me quedara más tiempo. Primero supuse que me contaría algo importante, pero no, solo quería conversar un poco. Yo accedí pero no mucho tiempo, en realidad siempre me había gustado el hecho de salir casi inmediatamente de su casa. La segunda vez sucedió una semana después, cuando pidió de cenar apenas llegué a su casa, y una tercera vez me trató de convencer inventando que tenía un problema de plomería en su cocina. Yo las tres veces fui lo más cortante que pude y evité quedarme en su casa más de lo necesario. La única ventaja de ir con ella en vez de buscar a alguien más es el hecho de que no hay ningún compromiso aparte del sexo, y no está en mis planes acabar con esa comodidad.

Nuestro último encuentro fui yo quien la llamó. No era que estuviera muy urgido, sino que necesitaba saber si no me habían lastimado mi partes en la última pelea que había tenido. Después de 20 minutos pude comprobar que todo estaba bien. Terminamos rápido y ese día salí más contento de lo normal de casa de Amanda.  Eso había sido hacía unas 3 semanas. Desde entonces ya me había lastimado algunas veces, pero como había visto a Rebeca en un bar y habíamos terminado en mi casa, no tenía mucha urgencia por coger.

Al final había llegado al departamento de Amanda. No tenía ninguna intención de ver la película que sugería, pero le tenía que cumplir si quería seguir disfrutando de los privilegios. Timbré dos veces antes de que abriera la puerta. Cuando por fin abrió me alivié de ver que no estaba arreglada para recibirme. Las otras veces que nos habíamos visto noté un ligero esfuerzo de su parte por verse mejor, verse sexy.

"¿Qué tal, nalga? Pásale," fue el saludo de Amanda. Siempre nos habíamos tratado como amigos; nunca habíamos usado formalidades. Se dió la vuelta y avanzó hacia la cocina dejándome atrás. Entré al departamento y cerré la puerta detrás de mí antes de caminar hacia donde estaba ella.

"¿Quieres una cerveza?" me preguntó volteándome a ver mientras abría el refrigerador.

"No," contesté yo acercándome a ella.

Cuando cerró el refrigerador la abracé por detrás y le besé el cuello.  Ella echó la cabeza para atrás y se volteó para quedar frente a mí. Mis manos quedaron en su cadera, y cuando las subí recorriéndole el torso para llegar a sus tetas, ella me agarró el bulto firmemente. Mi verga ya estaba logrando la erección por lo que sentí una mezcla entre incomodidad y placer cuando su mano apretó todo mi paquete.

"Vamos al cuarto," me dijo Amanda sin soltarme, y sentí que mi verga se paró más cuando jaló un poco mi bulto al alejarse a su recámara.

Cuando entré al cuarto estaba ya acostada en su cama sin quitarse la ropa. Yo me quité la camiseta antes de tirarme sobre ella y empezara sobarla con mis manos. Amanda estaba boca abajo y yo sobre ella de rodillas. Apoyé mis manos en el colchón a cada lado de ella y bajé mi cadera para rozarle las nalgas con mi verga semi erecta. Después del segundo roce ella se volteó para quedar de frente a mí. Sus manos fueron hacía mi bulto acariciándome el abdomen en el proceso. Otra vez le dio un fuerte apretón que me incomodó un poco, pero justo después de eso con la otra mano me tomó del pelo y me dio un jalón que me hizo tirar la cabeza hacia atrás. Con ese sometimiento me hizo girar para quedar ella sobre mí y yo de espaldas en la cama. Se sentó en mi abdomen bajo, puso sus manos en mis muslos, justo arriba de mis rodillas y me obligó a estirar mis piernas para que quedaran apoyadas completamente en el colchón. Luego me tomó de la quijada fuertemente y con la otra mano me dió una cachetada no muy fuerte. Entonces entendí el juego.

Tengo que aceptar que ver a Amanda tomando completo control sobre mi me excitó mucho. Se me paró el pito hasta quedar completamente duro. Amanda me tomó las manos y las puso sobre mi cabeza sin soltarlas. Me dio un beso en la boca y terminó mordiéndome el labio. Esto me gustaba cada vez más. Después sentí que hacia algo con sus manos y antes de que me diera cuenta estaba esposado al respaldo de la cama.

"¿Okay? ¿Y esto?" le pregunté un poco nervioso, pero muy excitado.

"¿Te gusta o te asusta?" preguntó.

"No sé, depende de ti," le dije.

"Quiero probar algo nuevo, a ver si te gusta," me dijo mientras sacaba algo de su buró. Cuando volteé a ver que era, ya me estaba poniendo una venda en los ojos. Me puse un poco más nervioso, la verdad es que nunca me ha gustado estar completamente a merced de alguien más, pero también me daba mucha curiosidad lo que iba a pasar.

Después de dejarme esposado y sin poder ver, amarró mis pies al otro extremo de la cama. Sentí cómo ajustaba una cuerda que dejaba mis piernas separadas unos 70 cm. La misma cuerda ataba los dos talones, por lo que si movía un pie, el otro se estiraba en el sentido contrario. Sentí las manos de Amanda pasando por mis piernas y subiendo hacia mi cuerpo. Recorrió mis muslos hasta llegar a donde se juntaban ambos y agarró mi paquete entero; con sus manos abiertas se recargó en mi paquete y palpó todo lo que había ahí. Mi verga dura estaba a punto de romper mis boxers y mis shorts que todavía traía puestos. Con sus manos acomodó el miembro y quedó totalmente en dirección extendido. Amanda me bajó los shorts lo suficiente para que mi paquete quedara únicamente cubierto por mis boxers pegados.

Lo que pasó a continuación me tomó completamente por sorpresa. Yo estaba disfrutando de ese momento erótico, y esperaba más caricias o más rasguños de parte de Amanda; lo que recibí fue un fuerte golpe en los huevos que me desconcertó por completo y me hizo revolcarme en mi lugar tratando de zafar lo que me tenía sujeto. Solté un grito de dolor abriendo por completo mi boca en forma de "o", y sentí que me metían algo dentro, como un pedazo de tela, para después sellar mi boca con cinta adhesiva de esa gris que se usa para empaquetar cajas. Mis siguientes gritos fueron solo gemidos atrapados en mi garganta. Un segundo golpe en los huevos casi me deja inconsciente por el dolor.

Amanda decía algo, pero no tenía cabeza para entender sus palabras. Un tercer golpe me hizo sacudirme de un lado a otro, tratando inútilmente de zafar los nudos de mis pies, que jalaban de un lado a otro la cuerda que los mantenía atados al marco de la cama. Mi pene estaba completamente flácido para entonces. Aun podía sentir un poco de liquido que salía de mi verga por la excitación anterior. Sentí que Amanda me quitaba los boxers, otra vez solo justo hasta donde quedaba expuesto mi sexo. Agarró mis dos huevos adoloridos y los estiró hacia ella. Con una mano los tomó de la base para que quedaran atrapados. Mis huevos salían en el otro lado de su puño. Con su otra mano abierta los masajeó aplicando presión poco a poco. Yo empecé a gemir de dolor otra vez. Levantaba mi cabeza tratando de expresar mi dolor y pedir que parara. Cuando su mano aplastaba sin piedad mis huevos y parecía que me iban a estallar, dejó de poner presión sin soltarlos. Me tenía literalmente de los huevos, y empezó a jalarlos hacia arriba.

Mi cuerpo se empezó a arquear intentando liberar la tensión que generaba la mano de Amanda. Cuando estaba en mi punto más alto y no podía arquear más mi cuerpo Amanda se detuvo, pero luego empezó a jalarlos otra vez solo que iba abriendo su puño poco a poco, hasta que por fin mis huevos se escaparon escurriéndose entre su palma y sus dedos. Mis huevos se estrujaron pasando por su mano hasta quedar libres al fin. Mi cuerpo se dejó caer, relajado, en el colchón. Mi mente suplicaba que no siguiera más tortura. Mi respiración, que estaba a mil por hora, se calmó a la vez que el dolor se apaciguaba. Por fin pude escuchar lo que decía Amanda.

"¿Te duele, papacito?" me dijo con su tono irónico que usaba cada vez que se enojaba. "Solo para que sepas lo que se siente que te dejen como trapo usado cada vez que te cogen."

Me agarró el paquete completo con su mano y yo solté un gemido que la hizo reírse. Agarró mi verga y mis huevos y jugó con ellos un rato, jalándolos en direcciones opuestas, sacudiendo todo, apretando sin mucha fuerza.

"¿Tienes miedo, nalga? Vuser, lo que hagamos aquí se queda aquí ¿no? esa es nuestra regla. No te preocupes, de aquí no sale nada." Terminando esa frase me apretó el testículo derecho y yo encogí mi cuerpo tratando de cubrirme. Mis rodillas no estaban ni cerca de alcanzarse a tocar. Después de algunos segundos soltó mi huevo derecho y agarró el izquierdo. Lo apretó, y yo traté de gritar.

"Va a ser una larga noche, Vuser. Ponte cómodo," dijo Amanda cerca de mi oido, y luego lamió mi boca. "Te voy a quitar las ganas de cogerme para siempre. Y no creas que eso no me duele, me encantan las cogidas que me das. Pero ya me harté de ser tu puta. Por lo menos ahora ya sabré por qué no me invitas a salir."

Sentí que su peso en mi estómago. Debía estar sentada sobre mi dándome la espalda, porque después sentí sus manos recorriendo mis muslos hasta llegar a la ingle y atrapar con sus dos manos mi paquete. Lo agarró con fuerza y lo estiró hacia ella jalando mi verga y mis huevos al mismo tiempo.

"Este amigo ya no va a querer salir a jugar," dijo mientras yo suplicaba que no fuera a arrancar mi sexo. Luego me soltó solo para dejar caer si puño cerrado en forma de martillo justo en medio de mis piernas. PUM. Después repitió eso tres veces más, PUM PUM PUM, yo pensé que me iba a desmayar.

Para mi suerte se detuvo. Se levantó de donde estaba y la sentí caminar en la cama. Luego su pie voló en medio de mis piernas y conectó directamente en mis testículos aun sensibles por la tortura. No sé si el hecho de no poder gritar hacía que fuera peor mi agonía. Me pateó las bolas una vez más, y luego se dejó caer con su rodilla en mi pelvis.

Amanda sintió que mi verga le estorbaba para torturar mis testículos, así que me puso de vuelta los boxers para poder acomodar mi pito fuera de la trayectoria de mis huevos. "Así me gusta más," dijo Amanda, y cayó con su puño entre mis muslos. El dolor explotó una vez más y una vez más me di cuenta que no tenía la fuerza suficiente para quitarme las ataduras. Lo que sí se desajustó fue la venda que tapaba mis ojos por el movimiento de mi cabeza. Ahora podía ver qué hacía Amanda. Cuando se dio cuenta de esto creo que le dió más placer torturarme. No sé si era la mirada de terror que tenía, pero sonreía cuando me veía advertir que otro golpe se acercaba. Luego fingía que me iba  a pegar y se detenía, solo para terminar el castigo cuando me relajaba.

"No sabes lo bien que se siente tenerte así. Me encantan las luchas de humillación, y creo que esto es lo mejor que he hecho." Amanda parecía extasiada.

Se acostó en la cama boca abajo entre mis piernas. Su cara estaba frente a mi bulto cubierto por el boxer. Yo descansaba del dolor tan intenso que me estaba haciendo sentir. No sabía qué esperar, ni cuánto iba a durar el tormento.

"Voy a extrañar este juguete," dijo Amanda, y luego acercó su boca a mi paquete. Primero lo lamió desde abajo hasta arriba, lo cual se sintió muy bien. Mi pene estaba totalmente estirado hacia arriba, como si estuviera erecto, pero no lo estaba. La caricia me hizo sentir cosquilleos en todo mi sexo. Mi escroto se encogió un poco. Después llegó el suplicio. Amanda abrió la boca lo más grande que pudo y mordió mis huevos. Traté de cerrar mis piernas y atrapar su cabeza, pero no sirvió de nada, ella solo mordió más fuerte y más frecuentemente y me dejó paralizado. Sentí como mis testículos se machacaban y los dientes se encajaban en uno y en otro, haciendo que el dolor se volviera muy agudo. Amanda alejaba su cabeza con mis huevos en su boca y la movía de un lado a otro como un perro sacudiendo un juguete. Mi respiración se aceleró al máximo y sentí mi corazón latiendo fuertemente en mi pecho. Estaba muy asustado, y no sabía qué iba a hacerme Amanda al final.

Por fin dejó de morderme los testículos. El dolor que quedó era igual de insoportable que el que sentí cuando clavó sus dientes. Amanda puso una mano en mi paquete y lo sobó fuertemente. Esto hizo que el dolor que se estaba disipando se activara otra vez. Mi largo gemido delató mi dolor.

"Ya sé lo que te voy a hacer antes de dejarte ir. Y ¿sabes qué, papi? No te va a gustar nada." Me dijo con una voz muy cruel. Antes de saber lo que iba a hacer yo ya sabía que fuera lo que fuera iba a ser peor que lo que me había hecho hasta ese momento.

"¿Te han controlado el orgasmo antes, Vuser?" mi cara se volvió una mascara de terror. "¿Sí?" Yo dije que no con la cabeza. "¿No te lo han hecho, o no quieres que te lo haga?" Yo seguía girando mi cabeza de un lado al otro. "Bueno, no importa, te lo mereces por andar cogiéndote a Rebeca." Mi cara me delató otra vez "¿Creías que no sabía? No me importa, la verdad, pero no voy a dejar que te la vuelvas a coger en un buen rato." Amanda se rió, y yo me puse blanco del miedo.

Me bajó los boxers otra vez. Mi miembro flácido no tenía la menor intención de eyacular, pero Amanda empezó a acariciar mi abdomen bajo. Después pasó sus dedos por mis muslos con sus uñas, e involuntariamente reaccioné a eso. Me lamió los pezones y los mordió un poco, todo funcionaba para su propósito, pero lo que me hizo acelerar la respiración fue cuando chupó mi oreja y  luego la mordió ligeramente. Mi verga reaccionó, y Amanda no perdió tiempo. Me agarró el pito. Lo apretó. Lo soltó. Y por último lo metió en su boca.

La humedad me hizo sentir placer, y la sensibilidad en mi verga y también en mis huevos me hizo sentir que quería que continuara. Amanda siempre había sido una experta en sexo oral, y esta vez tenía una buena razón para esforzarse y hacerlo mejor. Mi verga se paró. Amanda dejó de chupar y empezó a jalarmela. Todo lo hizo bien, incluso me agarró los huevos suavemente. No sé si sabe que eso me encanta o simplemente es algo que le gusta a todos los hombres y lo ha notado. Me masturbó por algunos minutos, cambiando la intensidad y la velocidad. Después me soltó.

"¿Te gusta, mi rey?" dijo mientras tomaba otra vez mi verga y empezaba a masajearla con sus dedos. Escupía en ella para que resbalaran mejor y se acercaba poco a poco a la punta que luego frotaba con un dedo haciendo círculos. Yo estaba a punto de la gloria. Pero se detuvo otra vez. Pero esta vez no solo dejó de excitarme, sino que también me dió una fuerte palmada en los huevos que me cayó como un shock eléctrico.

Ya me habían controlado los orgasmos antes, pero nunca con tortura. Amanda tenía razón, esto lo iba a sufrir peor que lo demás. Otra vez me masturbó hasta el borde del clímax para luego soltar mi miembro y comenzar a apretarme los huevos fuertemente. Mis gritos de nuevo se ahogaron en mi boca gracias a la cinta gris.

Una vez más Amanda me acarició la verga y me rasguño el abdomen para llevarme a la orilla del orgasmo, pero esta vez me jaló los testículos lo más que pudo. Esto resultó peor para mí de lo que ella planeaba porque al estirarme los huevos también jaló la piel de mi verga y eso me ayudó a casi lograr el orgasmo, pero para mi desgracia no los jaló el tiempo suficiente y otra vez perdí la oportunidad. Para ese momento yo ya no podía más, estaba sufriendo de verdad. Después de soltarme me pellizcó con fuerza el pene, de arriba a abajo. Luego clavó su uña en la cabeza de mi verga para terminar con un puñetazo a los huevos. Estuve a punto de quedar inconsciente del dolor.

"Una vez más y acabamos," me dijo. Yo solo gemí igual que lo había hecho desde hacía dos horas. "No estés triste, ahora sí te voy a dejar terminar." No supe si creerle o no, pero tenía tantas ganas de venirme que escogí tener fe en que pasaría. Claro que si hubiera sabido lo que seguía, tal vez hubiera preferido que me dejara con las ganas una cuarta vez.

Amanda se desnudó. Su cuerpo fornido me hubiera excitado si no estuviera sufriendo esa tortura. Fue a su buró y sacó un vibrador. Se sentó entre mis piernas y se empezó a masturbar. Al parecer se excitaba sabiendo que me torturaba porque parecía ya lista para venirse. Yo tenía la esperanza que me cogiera y fuera así como me dejara terminar a mí.

Con su vibrador prendido recorría su sexo desde el clítoris hasta la vagina. Luego lo dejaba ahí y hacia círculos penetrando poco a poco. Me dieron ganas de tocarla. Luego acercó el vibrador a mi verga y me comenzó a excitar. Una vez más mi pene adolorido se paró. Amanda acercó su boca y otra vez me dio sexo oral. Agarró mis huevos, super sensibles por tanta tortura, y suavemente jugó con ellos. Tomó el vibrador mientras me la mamaba y se lo metió en el burro. Yo solo era un espectador esperando que lo complacieran. Después de unos minutos, sacó mi verga de su boca y la agarró fuertemente con una mano mientras seguía masturbándose con la otra. Cuando estuvo a punto de venirse se montó en mí, con su mano acomodó mi verga para que la penetrara y comenzó a saltar violentamente mientras disfrutaba su orgasmo. Yo no disfruté nada, mi verga me dolía por los sentones que estaba recibiendo. Claramente la intención de Amanda era disfrutar ella y no yo.

De repente Amanda se detuvo un momento, su cara se transformó en una mueca extraña y se quedó congelada unos segundos. Luego gritó y comenzó a moverse otra vez, y sentí el calor del liquido que salía entre sus piernas. Cayó con su cara en mi pecho y me agarró la cara. Parecía muy satisfecha. ¿Seguiría yo?

"Ahhhh, qué rico, Vuser. Te voy a extrañar," me dijo antes de sacarme de ella. Luego se acomodó otra vez entre mis piernas; estaba de rodillas y me agarró la verga mojada. Empezó a masturbarme, muy tranquilamente esta vez, y también me sobó los testículos.

No tardé mucho, unos cuantos minutos después sentí que estaba a punto de venirme, por cuarta ocasión. Amanda notó esto y aceleró el paso como siempre hacía, dándome placer. Jaló ligeramente mis huevos y eso me dio lo último que necesitaba. Mi verga explotó de júbilo y el semen me baño el abdomen. Gemí una vez más pero esta vez de gozo. Sentí que me liberaba de un gran peso que llevaba en mi cuerpo. Por unos segundos no pensé en nada, mientras Amanda seguía ayudándome a terminar el orgasmo.

Pero cuando yo terminé, ella apenas iba empezando. Siguió frotando mi verga, y en un principio se sintió muy bien, pero luego comencé a sentir que me daban calambres y quise decirle que se detuviera. Obviamente eso no iba a suceder pronto y una vez más me di cuenta que mi sufrimiento no había terminado.

Comencé a gemir más, ahora de dolor. Amanda no se detenía. Aplicó más fuerza con su mano a mi pene. Lo agarró de la base y apretó con fuerza llevando su mano a la punta, y luego con su otra mano presionó la cabeza de mi verga con fuerza y comenzó a hacer círculos sobre ella. No puedo describir lo que sentía, me estaba volviendo loco de dolor. Después de eso siguió con la tortura de todo mi sexo. Puso ambas manos en la base de los huevos y la verga, apretó con fuerza y me levantó machucando todo en su paso. Mis huevos y mi verga quedaron atrapados entre sus manos y se estiraron a su punto máximo. Yo gritaba sin emitir ningún sonido.

Siguió con esa técnica unos cuantos minutos. Me dejaba caer en la cama para volver a levantarme de mi sexo con fuerza. Yo no podía creer que pudiera sentir tanto dolor. Me levantó cinco veces dejándome suspendido unos momentos cada vez. Por fin me soltó, me vio a los ojos y me dijo: "Jódete, Vuser."

En ese momento hizo un puño con su mano y comenzó a golpearme directamente en los huevos. Una, dos, tres veces. Cada vez con más fuerza. Yo gritaba y gritaba como loco. Otra vez, y otra vez, y otra vez. Mis ojos se llenaron de lágrimas y comencé a llorar. Mi cuerpo se movía de un lado al otro, trataba de levantarme, de esquivar los golpes, pero nada funcionó. Amanda seguía golpeándome, no supe cuantas veces. Y yo no dejaba de llorar como un niño. Jamás sentí tal tormento, ni antes ni después.

Cuando por fin Amanda se cansó, dejó de golpearme. Yo seguí llorando un rato más. Luego sentí que Amanda me desataba los pies. Cuando estuvieron libres los junté inmediatamente. Mis manos seguían esposadas. Sin paciencia ni cuidado me giró para poder quitarme las esposas. Cuando por fin estuve libre me encogí y llevé mis manos entre mis piernas. Después de unos segundos traté de quitarme la cinta de la boca con una mano. Batallé mucho, pero por fin pude escupir lo que me había metido Amanda para evitar que alguien escuchara mis gritos. Seguí ahí tirado en la cama no sé cuanto tiempo, respirando, tratando de soportar el dolor hasta que se mitigara.

Amanda seguía frente a mí, viendo cómo sufría. Estoy seguro que me quería correr ya de su departamento, pero sabía que tenía que esperar un poco a que por lo menos me pudiera parar. Cuando perdió la paciencia me obligó a levantarme. Todo lo que hay entre mis piernas me dolía. Me acomodó los boxers y los shorts de mala gana, no pude evitar gritar del dolor. "¡Cállate, si no quieres que le siga una hora más!" me dijo enojada y como pude obedecí. Me sacó de su departamento y me caí al instante que estuve fuera. Me aventó mi camiseta en la cara y me advirtió que no me quería ver ahí cuando volviera.

Me quedé tirado un rato más y luego por fin pude avanzar hasta mi coche. Me quedé sentado y recuperándome una hora más sin moverme. Me pregunté cuánto tiempo pasaría hasta que me dejara de doler y si tendría que ir a ver a algún doctor. Algo tenía seguro, no quería volver a ver a Amanda jamás.

martes, 27 de febrero de 2018

Saliendo del Bar

Ibamos a ese bar seguido porque quedaba cerca del gimnasio. Ese día solo íbamos Aleks, el Turco y yo, pero había veces que podíamos ir hasta quince personas. Era un lugar cómodo, no muy grande y la botana que servían era buena. A veces hasta comprábamos una botella para pasarnos ahí varias horas. Nos gustaba mucho pasar el tiempo platicando hasta que cerraran. Los meseros y barmans nos conocían muy bien. 

Se estaba vaciando el bar cuando me di cuenta que unas personas en otra mesa nos estaban viendo. Al principio no dije nada, pero puse atención. Eran cinco hombres de entre 35 y 40 años de edad. Se veían corpulentos y fornidos, sin duda practicaban algún deporte y probablemente eran luchadores como nosotros. Nos volteaban a ver de vez en cuando y cuando vi que uno señalaba a nuestra mesa mientras le decía algo a otro decidí que tenía que avisarles al Turco y a Aleks, que los tenían de espaldas. 

"Atrás de ustedes hay una mesa con cinco cabrones que están hablando de nosotros," dije después de advertirles que no voltearan en ese momento, no quería provocar un enfrentamiento sin necesidad. Pero cuando Aleks volteó a verlos nos dijo que él los reconocía. 

"Yo sé quienes son, dos de ellos entrenaban conmigo hace varios años, los otros no estoy seguro quiénes sean, pero seguro son luchadores," nos dijo Aleks. 

"¿Alguna razón para preocuparnos?" preguntó el Turco. 

"Espero que no," dijo Aleks. 

"¿Como que esperas?" le pregunté, "¿crees que tendrían interés en nosotros aparte de lo que ya están diciendo?"

"No sé-" comenzó a decir Aleks cuando una mano cayó en su hombro y lo interrumpió. Nadie de nosotros se dio cuenta cuando los cinco hombres se levantaron y se acercaron a nuestra mesa. El que había agarrado a Aleks del hombro era el que se veía más fuerte, los otros cuatro se quedaron atrás de él. 

"¿Qué tal, Aleks?" dijo el hombre con una voz rasposa. "Qué casualidad venirte a encontrar aquí."

"Qué tal, Dumbo," contestó Aleks apenas volteando la cara suficiente para verlo de reojo, "yo siempre vengo aquí, creo que la casualidad es que hayas venido tú."

"Casualmente me acordé hoy de la última vez que peleamos juntos, y de cómo me dejaste morir," dijo ese que Aleks llamó Dumbo acercándose al oido de Aleks y sonriendo. Pude ver que tenía varios dientes metálicos. 

Aleks volteó la cara un poco más y movió su hombro para quitar la mano de Dumbo y le contestó. "En primer lugar yo no te dejé morir, segundo fue hace mucho tiempo, y tercero si tienes algún problema lo podemos arreglar en el ring."

El Turco y yo no contestamos nada pero nos pusimos de pie. Aleks nos dijo que nos sentáramos, pero en eso Dumbo levantó las manos a la altura de su cara mostrando las palmas y dijo con cara de gusto "¡Ahh! Con que tienes nuevas mascotas, ¡eh!" Aleks se puso de pie y se volteó para quedar de frente a él. "Ya te dije que si tienes algún problema me busques en el gimnasio. Ya sabes donde está y a que horas encontrarme."

De repente Dumbo agarró a Aleks de la camiseta con una mano y lo acercó a él. "Pues resulta que te encontré aquí, hijo de puta."

"¡Hey!" gritó, Javi, uno de los meseros que nos atendía, "ni se les ocurra empezar un pleito aquí. Afuera hagan lo que quieran. Aparte les quedan 15 minutos y ya se tienen que salir."
"Te salvaste, Aleks," dijo Dumbo retrocediendo a su mesa. "Por aquí te veo pronto," dijo y todos los que iban con él se alejaron a su mesa, en la que dejaron algunos billetes para pagar su cuenta y salieron del bar. 

Aleks, Turco y yo nos quedamos un poco más de tiempo terminando nuestras bebidas. Aleks nos contó un poco sobre quién era Dumbo y por qué había actuado de esa manera. Dumbo había entrenado con Aleks durante muchos años, cuando todavía estaba en la academia de João. Eran compañeros desde ese entonces y a veces luchaban juntos. 

João había conseguido inscribir a sus luchadores en un torneo de peleas clandestinas.  Había varias modalidades, como si fuera un estilo de lucha libre, pero con golpes y nockouts de verdad. Dumbo y Aleks eran sus mejores luchadores para pelear de parejas; habían entrenado juntos durante algunos años y se habían acoplado muy bien a su forma de luchar. 

Ronaldo Souza 'Dumbo' y Luke Rockhold 'Aleks' 
Aleks no nos contó mucho más de esas luchas, pero lo que sí mencionó fue la última vez que habían peleado juntos. Estaban en una jaula, de frente tenían a dos hermanos, que eran sus rivales. Se veían como luchadores callejeros, con tatuajes en todo el cuerpo, ultra musculosos, con la cara pintada, uno de ellos rapado por completo y el otro con una linea de cabello estilo mohawk. 

La lucha era de una modalidad extrema: los ganadores tenían que dejar inconscientes a los perdedores para ganar; João les había explicado eso, pero lo que no les dijo es se podían utilizar armas que pudieran esconderse en la ropa de lucha. Aleks y Dumbo no estaban preparados. Los hermanos Anaya, a quienes apodaban "los Canallas", tenían ropa especial para este tipo de luchas e incluso llevaban rodilleras y cintas en la cabeza. 

Ricardo Arona 'Anaya 1'

La pelea duró más de lo normal, pero al final Aleks y Dumbo perdieron. Las rodilleras y las botas de los Canallas tenían placas de metal. Cada patada y cada rodillazo que recibían Aleks y Dumbo les dolía diez veces más de lo normal. Para Aleks tres rodillazos seguidos en los huevos fue lo que lo tumbó, por lo menos por algunos minutos. Uno de los hermanos, el que estaba completamente rapado lo acorraló en un esquinero y después de golpearlo en el abdomen clavó su rodilla con toda la potencia que tenía entre las piernas de Alkes, y repitió eso dos veces más. Aleks tenía ya mucha resistencia a los golpes en los testículos gracias a la terapia que João le infringía, pero eso fue más de lo que pudo soportar. 


Brandon Sene 'Anaya 2'
Dumbo por su parte había sido aturdido por una patada que le dieron en la cabeza. Las placas de metal en las botas de los Canalllas conseguían su cometido. Con Aleks fuera de la pelea, aunque fuera por algunos minutos únicamente, consiguieron amarrar las manos de Dumbo detrás de su espalda. Una de las cintas que llevaban en la cabeza le inmovilizaba las dos manos juntas y la otra sujetaba las manos a la reja. Dumbo había quedado de rodillas con las manos por detrás sin poder moverse expuesto a lo que quisieran hacer con él. 

Normalmente en esas luchas los Canallas hubieran asfixiado a Dumbo hasta que quedara inconsciente para terminar la pelea triunfantes, pero estos hermanos tomaban su rol de tramposos muy en serio, y siguieron golpeando a Dumbo. Lo patearon entre las piernas con las placas de metal, haciendo explotar de dolor los huevos de Dumbo. Lo golpearon en la cara y en el estomago. Le clavaron las uñas en los pezones y le retorcieron las orejas. Le patearon con la punta del pie cada muslo, y luego su paquete. Dumbo perdió el conocimiento antes de ver cómo Aleks se levantaba y venía a defenderlo.

Aleks peleó contra los dos hermanos y estuvo a punto de asfixiar a uno hasta desmayarlo, si no fuera porque el otro reaccionó rápido y lo agarró entre las piernas por detrás. Apretó sus testículos lo más fuerte que pudo y lo obligó a soltar a su hermano. Aleks llevó sus dos manos entre sus piernas, tratando de zafar el puño que le estrujaba sus huevos. Después recibió un puñetazo en la cara de parte del otro Anaya a quien había estado ahorcando. Cayó al suelo. Los dos hermanos lo levantaron y lo colocaron con su espalda en su rodilla en forma de quebradora y se dieron gusto. Cada uno le detenía los brazos con una mano y la otra la usaban para golpearlo. Se turnaban para detenerlo de las rodillas y poder golpearlo como quisieran. Le dieron más de veinte golpes en el estómago, luego lo golpearon en los huevos la misma cantidad de veces. Uno de ellos lo tomó de la barbilla y lo obligó a arquearse más mientras el otro lo apretó de su paquete lo más fuerte que pudo, y luego lo empezó a torcer. Aleks empezó a gritar, y luego se desmayó. 

Rolando Souza 'Dumbo'
Pero aquello no había terminado ahí. João había apostado mucho en esa pelea, y no tenía como pagar. Cuando la lucha terminó tuvo que negociar de la peor manera que sabía. Ofreció a Aleks como moneda de cambio. El representante de los Canallas no desperdició la oportunidad y firmó el trato. Aleks estaría obligado a trabajar con ellos durante un año, sin condiciones. Para efectos prácticos, Aleks acababa de ser vendido como un esclavo. Incluso, inconsciente como estaba fue esposado y encadenado cuando se lo llevaron en una camioneta. Y João después le había dicho a Dumbo que Aleks los había dejado por irse con los Anaya; y esa fue la historia que él conoció: creía que Aleks se había rendido para salvarse y había dejado a Dumbo inconsciente y amarrado en el enjaulado. 

No se volvieron a ver sino hasta cinco años después, y para entonces Dumbo lo único que quería era vengarse de Aleks. Y aunque Aleks trató de explicarle lo que había sucedido, Dumbo nunca lo escuchó, y al parecer ahora si estaba dispuesto a cobrar esa revancha sin razón. 

El Turco y yo nos quedamos sin habla. Era una historia muy aterradora. Queríamos preguntar más sobre el año que tuvo que trabajar sin paga con los Canallas, pero el bar estaba a punto de cerrar y nos teníamos que ir. Terminamos lo que habíamos pedido y pagamos la cuenta. Cuando nos levantamos de la mesa éramos los últimos y los meseros ya estaban recogiendo las sillas del lugar. Nos despedimos de Javi y de los demás y salimos a la calle. Caminamos juntos hacia el gimnasio, yo había dejado mi coche ahí. Pero cuando dimos la vuelta en la esquina solo alcanzamos a dar diez pasos cuando alguien nos atacó por detrás. 

Yo sentí un golpe en la espalda, casi a la altura del cuello que me aventó hacia adelante y casi me caigo de boca en la banqueta. A pesar de tomarme por sorpresa, alcancé a ver que Aleks y el Turco también habían sido atacados. El Turco si rodó por la banqueta y quedó tirado de lado estupefacto por el golpe. Aleks estaba sometido por dos personas, uno lo agarraba del cuello y lo obligaba a doblarse hacia el frente, y el otro lo tomaba de un brazo y lo torcía hacia atrás de su espalda. Yo reaccioné aventándome contra la primera persona que vi tratando de soltar un golpe a su cara, pero sin darme cuenta alguien tomó mi brazo y evitó que esto sucediera, después me tomaron por el cuello con el otro brazo y me jalaron hacia atrás por lo que quedé inmovilizado. Todo esto me tomó desprevenido y no pude reaccionar bien.Con la mano que tenía libre traté de zafar el brazo que me ahorcaba, pero inmediatamente recibí un golpe en el estómago que me sacó el aire, y justo después sentí una mano que me agarraba el paquete y comenzaba a apretar mis huevos. 

Me sorprendió mucho el dolor en mis bolas porque yo llevaba puestos jeans, pero quien me agarró los huevos los sujetó perfectamente para que no se escaparan y la presión que aplicaron hizo que me paralizara del dolor. Junté mis piernas pero solo logre incomodar la mano de mi atacante. Luego sentí que jalaba todo mi paquete con fuerza para que quedara fuera de la presión que podía aplicar con mis piernas; yo seguí juntando mis piernas por instinto por lo que quedó mi paquete delante de mis muslos. 

El Turco no había podido reaccionar y había sido sometido por otra persona en el suelo. El pobre estaba sobre su espalda con alguien sentado sobre sus brazos y siendo golpeado en la cara. A pesar de que mi atacante me estaba exprimiendo los huevos con una mano y con la otra deteniendo mi cara, alcancé a ver que era Dumbo el que golpeaba al Turco. Y después de dejarlo golpeado en el piso se levantó y se acercó a Aleks, que también estaba sometido por dos personas. Se acercó por atrás y metió su mano entre las piernas de Aleks. Yo solo lo escuché gritar y vi como Dumbo lo levantaba del suelo sosteniéndolo solo de sus partes nobles. Cuando por fin me soltaron los huevos, después de un minuto, lo primero que hice fue levantar una pierna y cruzarla para proteger esa parte de mi cuerpo. Pero en seguida comenzaron a golpearme en el estómago una y otra y otra vez. 

No soporté mucho el dolor y pronto comencé a perder fuerza. Me golpearon muchas veces en el estómago, y ocasionalmente incluían un golpe entre mis piernas, justo cuando bajaba la pierna que me cubría. Lo último que sentí antes de que me soltaran fue un rodillazo que se clavó en mi entrepierna y aplastó lo que quedaba de mis huevos. Cuando no tuve el soporte de los brazos que me detenían me fui al suelo directamente. Me quedé tendido unos momentos y luego lo primero que hice fue llevarme las manos entre mis piernas girándome hacia un lado, pero un pie se apoyó en mi pecho y me obligó a quedarme de espaldas. 

A pesar del dolor alcancé a ver lo que sucedía con Aleks. Dumbo le soltó los testículos por fin, y les dijo a sus amigos que lo sujetaran parado. Los dos que lo estaban golpeando al inicio lo sostuvieron de los dos brazos y las dos piernas. Quedó totalmente abierto de manos y pies y levantado por los cabellos. Dumbo se acercó a él y le dio una patada en los huevos. Aleks trató de cerrar las piernas pero los amigos de Dumbo lo detenían firmemente. Después Dumbo lo golpeó dos veces en el estómago para rematar con un golpe en la cara. 

Cuando traté de moverme para levantarme, el que tenía un pie en mi pecho me dio una patada en la cara, y luego movió su pie a mi entrepierna y aplicó presión; otra vez estuve sometido y solo podía ver cómo golpeaban a Aleks. Dumbo se acercó a la cara de Aleks y lo agarró de la quijada. Fue la primera vez que lo escuché hablar:

"¿Qué se siente que te estén golpeando mientras se ríen de ti? ¡¿Eh?! ¡¿Qué se siente?!" le gritaba Dumbo. "¿Qué se siente que te dejen solo para que otros te golpeen? ¿Sabes lo que me hizo João cuando tú no estabas? Y según tú eras mi amigo. ¡No vales verga!" y terminando de insultarlo le dio un puñetazo directo en los huevos. El gemido que Aleks dejó escapar delataba lo fuerte que le habían pegado en sus partes nobles.

Yo seguía inmovilizado con un pie en mis huevos y mis dos manos sujetando el pie que me torturaba intentando inutilmente de disminuir la presión. No sabía qué era del Turco porque estaba fuera de mi campo visual. Pero de repente se esfumó la presión de mis huevos y sentí alivio. La persona que me estaba pisando mis bolas contra la calle salió volando, y vi que alguien atacó a Dumbo. Lo empujaron tan fuerte que salió volando y chocó contra un coche. Luego los que estaban sosteniendo a Aleks lo soltaron para poder reaccionar pero era demasiado tarde, uno de ellos recibió un rodillazo en los huevos que lo obligó a doblarse hacia adelante para cubrirse, al tiempo que el otro era agarrado de los pelos y su cabeza era forzada a estrellarse con la rodilla de su atacante. 

Cuando me pude levantar para evitar que el que me había sometido pudiera atacar a nuestro salvador vi quién era nuestro rescatista. Teo estaba con ropa deportiva golpeando al otro personaje que había recibido el rodillazo en los huevos. Yo alcancé a levantarme antes de que mi atacante reaccionara y le di un rodillazo directo en la cara cuando estaba tratando de ponerse de pie. Me aseguré que no se fuera a levantar pronto y corrí hacia donde estaba el Turco tirado sobre su espalda, pero su atacante ya no estaba sentado en su pecho, sino en su estomago, y ya no estaba viendo su cara sino que se había girado para quedar viendo a sus pies y lo tenía agarrado de los huevos mientras se los golpeaba con el otro puño. El Turco soltaba un "¡ough!" con cada golpe que recibía en los testículos. 

Wade Hayes 'Teo'

Corrí a ayudarlo, y el cabrón, que estaba muy entretenido torturando los testículos de mi amigo no se dio cuenta que venía yo corriendo para darle una patada justo en la cara que lo lanzó hacia atrás y lo dejó inconsciente. Acto seguido traté de ayudar al Turco a levantarse, pero no podía mover las manos de sus huevos. Le dije que se quedara ahí pero que estuviera pendiente por si alguno de los que estaban tirados se levantaban. 

Me giré para ver dónde estaba la acción y justo vi que mientras Teo seguía golpeando a uno de los dos que habían estado sujetando a Aleks, Dumbo se había puesto de pie y corría para taclear a Teo. Vi salir volando a Teo con el cuerpo de Dumbo abrazándolo por la cintura y estirado como si fuera un torpedo y sentí ganas de matarlo ahi mismo en ese momento. Dumbo cayó encima de Teo y enseguida levantó su rodilla para dejarla caer en el bulto de Teo. Teo soltó un grito de dolor, pero rápidamente  pudo cubrir su paquete lastimado porque llegué yo con la velocidad que pude tomar y pateé a Dumbo en las costillas. Dumbo rodó y yo lo seguí hasta que me pude colocar sobre él inmovilizándolo de los brazos. 

Comencé a golpear a Dumbo con todas las fuerzas que me quedaban. Traté de olvidarme del dolor de huevos que todavía sentía y confiaba en que los otros luchadores que iban con Dumbo no se iban a levantar, y si lo hacían alguno de mis compañeros (aunque me resultaba raro pensar en Teo como mi compañero) se iba a encargar de ellos. 

Dumbo trataba de soltarse sin conseguirlo. Vi su odio y desprecio en la cara. Después su gesto cambio y soltó un gemido, después supe por qué; Aleks estaba de pie y le había puesto la planta de su bota en los huevos. Le dio dos pisotones fuertes y el tercero dejó su bota entre las piernas de Dumbo y le aplicó toda la presión que pudo. Yo lo tome con una mano del cuello y con el otro brazo le di dos fuertes golpes con mi antebrazo en la cara. Sentía el coraje acumulándose en mi cabeza,  tenía ganas de dejarlo inconsciente. 

El Turco se había levantado ya y lanzaba patadas a todos los otros compañeros de Dumbo que estaban en el suelo. A uno le dio en el abdomen, a otro en los huevos y a un último en la cara. El cuarto amigo de Dumbo seguía inconsciente en la banqueta. 

Le di un último golpe a Dumbo con todas mis fuerzas y sentí que dejó de poner resistencia. Decidí dejar de golpearlo y me levanté. Aleks seguía con su pie en el paquete de Dumbo, le dio un pisotón más antes de retirar su pie. Justo cuando liberó Aleks a Dumbo este se llevó una mano a su paquete y otra a su cara, donde había estado golpeando yo. Nos volteamos a ver todos, y vimos también a nuestros enemigos tirados en el suelo. 

"¿Qué hacemos con ellos?" preguntó Teo todavía con una mano protegiendo sus huevos. 

"No hacemos nada,"dijo Aleks. "Nos vamos y que ahí se queden."

"¿Cómo que nada? Hay que llevarlos adentro y los usamos de dummies." dijo Teo. 

"No, Teo, no hacemos nada," contestó Aleks. 

"¿Qué hubieran hecho ellos si no llego yo a quitártelos de encima? En primera supongo que ya no tendrías huevos, no creas que no vi de donde te tenían agarrado," dijo Teo.

"¡Ya, Teo, fue suficiente!" le dijo Aleks ya enojado, y luego nos volteó a ver al Turco y a mí, "vámonos," nos dijo. El Turco se acercó cojeando y con una mano en el abdomen bajo. Yo no me moví. Estaba sorprendido de que Aleks quisiera dejar las cosas ahí cuando seguramente Dumbo y sus amigos nos hubieran hospitalizado. 

"Me quedo con Teo," le dije a Aleks que parecía muy sorprendido. Cuando me di cuenta que Aleks estaba preocupado por lo que fuera yo a hacer con Teo, entonces dije "no te preocupes, no los vamos a matar," le dije, pero me di cuenta que no estaba convencido, entonces me acerqué a él para hablar más bajo, "me voy a asegurar que Teo no mate a nadie, ¿ok? Tú tranquilo," le dije y eso pareció tranquilizarlo. 

Por fin Aleks y el Turco se fueron caminando hacia el estacionamiento, y Teo y yo nos quedamos viendo uno al otro, y luego a los cinco cuerpos tirados en el piso. 

Antes de que Aleks y el Turco estuvieran fuera de vista Teo les gritó "¡de nada por la ayuda, eh!"






lunes, 19 de febrero de 2018

Sparring con el millonario

La arena estaba a reventar. Los boletos se habían vendido completamente un mes antes de lo previsto; el espectáculo prometía mucho. Carlos era dueño de uno de los palcos de ese recinto, pero para esa función pagó por boletos de primera fila; valía la pena. Iba con su novia con la que llevaba saliendo apenas 2 meses y con su mejor amigo Tadeo. Tadeo y Carlos boxeaban juntos en una academia, pero ninguno lo hacía profesionalmente, sin embargo ambos eran muy buenos. 

Mario Lopez "Carlos"
Carlos tenía 25 años, media 1.90m y pesaba 80 kg. Era muy fuerte y atlético; había entrenado box desde que tenía 12 años y desde entonces se había preocupado por su alimentación y más tarde por su musculatura. Se parecía al actor de "Saved by the Bell" Mario Lopez. Moreno, de pelo negro pero atractivo. Su nueva novia era guapísima, se parecía mucho a Ariadne Artiles. Ambos juntos parecían una pareja de artistas de televisión. 

Tadeo era menos alto que Carlos pero igual de fornido. Era un año menor que Carlos, medía 1.78m y pesaba 75 kg. Era puro músculo. Parecía un joven y super mamado Chris O'Donnel. Tenía un tatuaje de un Yin & Yang formado por una lechuza y un búho en la espalda. Su físico y su actitud llamaban mucho la atención en el gimnasio. Era una persona muy amable y divertida, pero también era muy competitivo. 

Chris O'Donnel "Tadeo"
Cuando llegaron a sentarse a sus lugares Tadeo vio una cara conocida en el lugar justo detrás de ellos. Era un muchacho que asistía a la universidad donde él trabajaba. Se llamaba Nicandro, pero todo mundo le decía Nikky. Él también era aficionado al box y pertenecía al equipo representativo de su universidad. Al lado de él estaba una chica, y otra pareja. Tadeo lo saludó desde que lo reconoció. 

"¡Hola Nikky, qué tal! Mira dónde nos venimos a encontrar," le dijo Tadeo extendiendo la mano. 

"¿Qué tal, profe? No sabía que venías a esto. Me gané los boletos en la universidad, 2 boletos dobles, vine con mi novia y un amigo," dijo Nikky levantándose y señalando a la chica en el asiento junto a él. "Mirna, te presento a mi profesor de física." La chica se levantó y se acercó a Tadeo para saludarlo. Era muy guapa, muy joven también, rubia de ojos claros. No se veía muy convencida de querer estar en ese lugar. Al lado de ella se levantó la otra chica que iba con el grupo, se presentó a ella misma, y su novio también se levantó para saludarlo. La otra pareja se veía más desaliñada que Nikky y Mirna.

"¿Qué tal? Hector," dijo el muchacho. "Mi novia, Ana."

"Mucho gusto," dijo Ana. 

"¿Eres profesor en la universidad?" preguntó Hector. 

"En realidad estoy encargado de impartir los cursos de asesoría a estudiantes," contestó Tadeo. "Lo veo cada dos semanas más o menos."

"Eres un burro, Nikky," dijo Hector. 

"Es para ser mejor, no por necesidad," contestó Nikky desde el otro lado. "Oye profe, qué buen trabajo es ser asesor, ¡eh! ¡Hasta para venir al box a los mejores lugares!"

"No, no para nada. Me invitó mi amigo Carlos. Él es el que pagó los boletos. ¿Tu crees que voy a poder pagar esto, y aparte la renta con lo que me pagan en la universidad? Bueno fuera que ayudar a burros a entender física fuera tan redituable." Todos se rieron y Nikky levantó los puños como si fuera a golpearlo. 

Carlos volteó hacia atrás y también saludó al grupo de muchachos. No tenía muchas ganas de hacer nuevos amigos, menos cuando eran mucho más chicos que él, pero tenía el mínimo grado de cortesía que le obligaba a sonreír y saludar. Todos se sentaron y cada grupo volvió a lo suyo. 

Poco tiempo después comenzó la función y el cuadrilátero no volvió a dejar de ser el centro de atención de todos. Hubo 3 peleas antes de la pelea estelar en la que un boxeador mexicano se media contra uno argentino. 

En los últimos tres rounds el mexicano recibió dos golpes bajos muy fuertes, uno en el antepenultimo round, en el que el referi paró el combate, y uno más en el ultimo round que el referi no vio y por el que perdió el combate el mexicano. Por ser la pelea en México obviamente la mayoría de la gente que asistió estaba muy enojada, y al final de la pelea empezaron a abuchear.

Carlos, que era muy apasionado, no dejaba de maldecir al referi por no poner atención. Tadeo estaba de su parte y comentaban juntos el hecho. Pero detrás de ellos un Nikky ya muy tomado, y quién tenía una apuesta que le daba el triunfo al argentino, festejaba la victoria del boxeador extranjero. 

"No vales nada," le decía Hector. 

"Pues valgo más de lo que valía antes de la pelea porque gané $500 dólares con este boxeador," contestó Nikky ya arrastrando un poco las palabras. "Aparte, que no sea joto, un golpe en los huevos no te hace perder una pelea. Imagínate que estuvieras peleando en la calle, ¿apoco vas a pedir que se pare la pelea, o que le quiten un punto al otro? No mames." Esto último lo escuchó Carlos, que también había tomado unas cuantas cervezas, y no pudo evitar contestar. 

"¿Cómo vas a decir eso? estás hablando de un deporte profesional, no de luchitas en tu casa. El argentino debió haber sido descalificado."

"Ay sí, no mames, el boxeador tiene que estar preparado para todo. Aparte a mi me han pegado en los huevos y nunca ha sido para tanto," contestó Nikky, y ya todos los veían a los dos sin meterse en la discusión. 

"Quiero ver qué te parecería si un boxeador de verdad te diera un golpe directo en los huevos. Estarías llorando como niña. Pero bueno, se me olvida tu edad. A los 15 años tal vez yo también pensaba que los golpes no dolían."

"Tengo 20, güey, y peleo con boxeadores de verdad. Yo si voy a ser boxeador profesional en unos años, ¿tu qué?"

"Pues yo también boxeo niñito," contestó Carlos, acalorado. 

"Pues vamos a darnos de chingazos," dijo Nikky al momento en que Hector y Tadeo intervenían para evitar un incidente en ese lugar.

"Cálmate, cálmate, Nikky, nadie se va a dar de chingazos aquí," dijo Tadeo. 

"Sí, güey, ya párale," también le dijo Hector. "No te quieras hacer el muy verguita."

"Pues, ¡a ver!, si dice que no aguanto nada, pues que lo demuestre. Vamos a la uni, nos damos un tiro, ahí hay equipo."

Tadeo, agarró a Carlos de un brazo y le dijo, "ya vámonos, cabrón, ni se te ocurra hacer nada tu tampoco."

"Te espero en mi casa, mañana a las 7 y media de la tarde, niñito, ahí tengo yo un ring y equipo también," le dijo Carlos a Nikky muy confiado. "Vamos a echarnos un sparring."

"¡No!" dijeron al unísono Héctor y Tadeo cuando vieron que a Nikky le parecía buena idea. 

"¡Ya quedó, mamón! Dame tu teléfono."

A pesar de que Hector y Tadeo intentaron disuadirlos de que no era una buena idea y tratando de distraerlos para que se les olvidara lo que estaba pasando, Carlos tomó el numero de Nikky y la cita estuvo hecha media hora después. 


**************


La lucha no se llevó a cabo al siguiente día como dijo Carlos, pero no pasó mucho tiempo tampoco. Dos días después de la pelea de box Carlos estaba en su casa cambiándose de ropa. Eran las siete de la tarde en punto y quería estar listo para recibir a su nuevo contrincante de box. Nikky había accedido a una sesión de sparring con Carlos en la que la regla no escrita es que podían utilizar golpes bajos contra el adversario. Nikky había dicho que en el box debías de poder soportar golpes a los huevos, y Carlos quería demostrarle lo poco que podía soportar. 

Carlos era moreno y siempre se había sentido orgulloso de eso. Nunca le había molestado su color de piel pero había habido ocasiones en que esto había sido motivo de burlas, sobre todo en la escuela. Desde chico aprendió a defenderse y cuando tenía doce años entró a una academia de box. Desde entonces aprendió a pelear con técnica y después de algunas peleas contra bullies en la escuela en las que los hizo pedazos, nadie más volvió a meterse con él ni con su color de piel. Esa era la razón también por la que le habían molestado los comentarios de Nikky. La pelea de boxeo era de un mexicano contra un argentino, y Nikky había apostado al argentino, en primer lugar, pero aparte, después de ganar con dos golpes a los testículos del mexicano, ¡Nikky todavía defendía la victoria de este! Esa era razón suficiente para que Carlos quisiera enseñarle una lección a este muchacho de 20 años que acababa de conocer. 

Nikky llegó a las 7:30 pm, puntual. Tocó el timbre y una sonido de chicharra indicó que la puerta se acaba de abrir. La casa a la que llegó Nikky no era lo que él esperaba. Era una casa muy lujosa, con jardín al frente y muy amplia. Desde afuera podía ver dos pisos, y pasillos que daban a la terraza en ambos lados de la casa. No se arrepintió de haber aceptado el reto y tenía mucha curiosidad de conocer el espacio donde iban a pelear. 


"Nikky"

Entró a la casa, se notaba desde el principio que era muy lujosa sin embargo tenía un estilo sobrio. Un intercomunicador se encendió y escuchó la voz de Carlos: "pásale al sótano, aquí estoy". Cuando volteó a ver a donde estaba el origen de la voz vio una pequeña pantalla y alcanzó a reconocer la cara de Carlos, con el brazo estirado que seguramente estaba presionando un botón. Justo vio eso y la imagen desapareció. Dio un vistazo alrededor buscando las escaleras y las encontró del lado izquierdo. Dio otro vistazo, impresionado por la casa y luego bajó las escaleras. Llegó a un pasillo que terminaba en una puerta. Se acercó a ella y la abrió. Entró a un cuarto amplio en donde había todo tipo de accesorios y artefactos para entrenar. Había pesas, un saco de arena para golpear, una pera de box, bicicleta estática, caminadora, un tapete para lucha grecorromana y un ring de tamaño oficial. Nikky estaba impactado. En ese momento quería convertirse en el mejor amigo de Carlos y entrenar ahí todos los días. 

"¿Así vas a boxear?" preguntó Carlos interrumpiendo su observación del espacio. 

"No, traigo mis shorts," contestó Nikky, y se sintió un poco tonto.

"¡Pues órale! ¡Cámbiate! ¿O vienes a platicar?" 

Nikky tomó su mochila y empezó a sacar sus cosas. En realidad ya no quería el sparring, quería ver todo el gimnasio a detalle y preguntarle a Carlos por todas las cosas que tenía ahí. Pero luego se acordó por qué  había ido a ese lugar y la discusión que habían tenido en la arena, y sintió de nuevo las ganas de golpear a Carlos. 

Nikky iba vestido con unos pants negros  y una camisa sin mangas blanca. Sacó sus shorts de boxeo y volteó a ver a Carlos para ver si lo estaba viendo porque estaba a punto de quitarse los pants. Carlos ya estaba listo para boxear, aunque no tenía puestos shorts de boxeo sino unos un poco más ajustados, como si fuera a levantar pesas. Vio que tenía lycras abajo de sus shorts; él también traía lycras bajo sus pants, y no pensaba quitárselas para ponerse los shorts, pero como quiera le daba algo de vergüenza mostrar su bulto. 

Finalmente se cambió, se puso sus shorts, sus botas y sus guantes. Vio que en un muro había colgados protectores para entrenamiento: caretas y protector inguinal. Su subconsciente lo traicionó y se le ocurrió preguntarle a Carlos si iban a usar protectores para el sparring. 

"¿Qué? ¿Ya estas joteando? ¿No fuiste tú el que dijo que los golpes bajos debían de soportarse en una pelea? ¿Ahora te quieres cubrir tu carita y tus huevitos? No me digas que viniste a hacerme perder el tiempo."

"No, no, está bien, es que estoy acostumbrado a usarlos en la universidad," contestó Nikky. 

"No estas en la universidad niñito. ¡Subete al ring!"

Se subieron los dos al cuadrilátero y empezaron a caminar alrededor uno del otro. "Quedamos en que no hay reglas, ¿verdad?" preguntó Nikky ya más metido en la pelea. "Sí, niñito, quedamos en eso. Más específicamente: te puedo deshuevar y me puedes deshuevar y esto no se va a detener," le contestó Carlos. 
Mario Lopez "Carlos listo para boxear"

Nikky se acercó a Carlos tratando de ganar el primer ataque. Estaba molesto por la manera en que lo seguía llamando "niñito" y quería demostrarle que sabía boxear y que le podía ganar. Soltó un combinado de tres golpes, el primero iba a la cara de Carlos, el segundo al estomago y luego un golpe de abajo hacia arriba entre las piernas de Carlos. Carlos se defendió de los tres golpes y ninguno llegó a causar el efecto deseado. Pero contestó con dos golpes que le dieron directo en el estomago y en el riñón a Nikky. Este sorprendido por el dolor que sintió encogió los brazos y trato de cubrirse por lo que no pudo reaccionar cuando Carlos le dio un golpe fuerte y directo a los huevos. 

"¡Ooouuuggghhhhh!" gritó Nikky y cayó al suelo. Se llevó los guantes entre las piernas y se encogió. Empezó a respirar rápida pero profundamente. Sintió mucho dolor, pero también sintió mucho coraje. 

"¿Ya, fue todo? ¿No que mucho aguante de golpes bajos? Con uno tuviste," se burló Carlos. 

Nikky se levantó sin decir nada. Con un guante en los testículos adoloridos, estiró cada una de sus piernas. Saltó tres veces y empezó a rodear a Carlos otra vez. Siguieron boxeando, conectando algunos golpes, Carlos recibió dos golpes en la cara y dos en el abdomen, Nikky esquivó un derechazo a la cara pero no vio venir el guante izquierdo directo a la quijada. 

Nikky, ya un poco cansado se dio cuenta de que estaba perdiendo la pelea. Decidió intentar algo. Sin dejar de ver a Carlos y cubriéndose la cara con los guantes arremetió contra él pero en vez de soltar un golpe al cuerpo bajó una rodilla al piso y soltó un golpe que le dio a Carlos justo en su paquete. El golpe fue muy fuerte y Carlos soltó un sonido ahogado de dolor. 

"¡Mmmmpphhhhh!" fue lo que escuchó Nikky, y sin perder oportunidad, viendo a Carlos doblarse para cubrirse sus partes, lo golpeó directo en un costado de la cabeza. Carlos se cayó al piso. 

Se levantó de la lona en menos tiempo de lo que lo hizo Nikky. También se estaba agarrando la entrepierna pero antes de que Nikky pudiera reaccionar ya estaba con los dos puños en alto y atacando a diestra y siniestra. Los primeros golpes no golpearon directamente como él quería, pero después del tercer golpe Nikky no pudo reaccionar tan rápido y comenzó a cubrirse el cuerpo. Los golpes seguían conectando en el cuerpo encogido de Nikky. Tres veces Carlos conectó en los testículos, en desesperación, Nikky soltó uno solo que dio en el bulto de Carlos y lo obligó a retroceder un poco y agacharse. 

Aprovechando que Carlos no estaba cerca, Nikky se hincó para descansar del dolor que estaba sintiendo. Volteaba a ver a Carlos esperando que siguiera recuperándose él también. Los dos estaban doliéndose de los huevos; los tres golpes que conectó Carlos no habían sido con toda la potencia, pero el de Nikky sí. 

Nikky estaba viendo a la lona, tratando de recuperar su aliento. Cuando volvió a voltear a ver si Carlos seguía ahí lo que vio fue un guante que volaba a su cara. El golpe lo recibió de lleno y cayó de espaldas a la lona completamente aturdido. Carlos lo vio tirado en el suelo y no dudó en dejar caer su puño forrado con un guante de box directo en los huevos de Nikky. 

Nikky soltó un grito de dolor al mismo tiempo que ponía sus manos en sus partes nobles y se levantaba para quedar medio sentado. Carlos no desaprovechó la oportunidad y lo golpeó otra vez en la cara. Nikky quedó tendido en la lona, noqueado. 



**************


Carlos apoyó su guante en la cabeza de Nikky y acercó su cara para verlo. Todavía estaba inconsciente. No creía que hubiera tenido tanto tiempo, suficiente para amarrarlo al saco de arena que colgaba del techo del sótano. Carlos había hecho un buen amarré con lazos que tenía para ajustar el ring. 

Cuando Nikky despertó tardó unos segundos para reconocer dónde estaba. Cuando trató de moverse se dio cuenta de que no podía, su cuerpo estaba totalmente inmovilizado. No se dio cuenta entonces pero no tenía sus shorts de boxeo puestos, estaba únicamente con las lycras que llevaba debajo. Carlos estaba frente a él. 

"Ya despertó el niñito. Por fin," le dijo viéndolo a los ojos.

"¿Qué haces, Carlos? Suéltame, no mames," dijo Nikky. 

"No, no te voy a soltar. Por lo menos no hasta que te dé tu merecido por irrespetuoso," contestó Carlos.

"¿Irrespetuoso por qué? Era sin regl- ¡¡¡oooouuuuuuuuuuuuuughhh!!!" gritó Nikky cuando recibió un derechazo sólido en los huevos. "¡Ayuda! ¡Ayuda! ¡Alguien ayudem- ¡OOOUUGHHH!" Carlos le dio dos golpes más seguidos. 

"Cállate, nadie te puede escuchar comoquiera. Si sigues gritando te voy a tener que tapar la boca. Ahora aguántate como hombrecito." Terminando esa frase le pegó tres veces más en los huevos con combinación izquierda, derecha, izquierda. 

Nikky gritó y gritó de dolor. Los movimientos que hacía para tratar de soltarse solo lograban que el saco al que estaba amarrado se moviera un poco. Una cadena salía de la base del saco hacia abajo y evitaba que se balanceara. 

Carlos comenzó a golpearlo en el estómago. Le dio puñetazos durante 30 segundos seguidos. En cada uno Nikky soltaba un  ¡umph! y trataba de ahogar sus gritos. Cuando Carlos se detuvo Nikky comenzó a respirar aceleradamente, solo para detenerse cuando recibió otro par de golpes en los huevos, y su abdomen se contrajo de dolor. 

"¿Te parece bien que se permitan golpes bajos en el box ahora?" preguntó Carlos. "¿Crees que los boxeadores se deben de aguantar el dolor?"

"No, perdón, no está bien, suéltame por favor."

"No."

Carlos se acercó a Nikky y le dio un rodillazo fuerte justo entre sus piernas. Nikky comenzó a llorar. 

"Awww. Le dolió al niñito."

Carlos se quitó uno de sus guantes, el izquierdo. Acercó esa mano al paquete de Nikky y lo palpó. "Creo que se te inflamaron los huevos." Acto seguido agarró el paquete de Nikky rodeándolo con su mano mientras la cerraba y estirándolo hacia él. Nikky quedó completamente arqueado con los huevos en la mano de su enemigo. El dolor era casi insoportable. Nunca le habían estirado el paquete lejos de su ingle. Se veía redondo y grande. Vio con ojos llorosos cómo la mano derecha de Carlos, la que todavía tenía el guante puesto, tomaba impulso y caía de lleno en su paquete comprometido. 

Un trueno de dolor le recorrió todo el cuerpo y comenzó a gritar otra vez. Carlos repitió el movimiento cuatro veces más. El último golpe dejó su guante en el paquete y simplemente aplicó presión. Escuchó con placer como Nikky gritaba mientras sus huevos se aplastaban entre el puño cerrado de Carlos y su guante de box. Carlos movía ligeramente el guante tratando de aplastar todo el paquete completo. 

Nikky gritó y gritó. Carlos lo soltó y Nikky regresó a su posicion original, solo para recibir la planta de la bota de Carlos en su paquete lastimado, mientras Carlos aplicar presión otra vez. "Creo que no vas a poder coger este mes, mi querido Nikky. Pero todo esto es para que aprendas a respetar a los compatriotas. La próxima vez, apuéstale al mexicano." Terminando de decir eso quitó su bota del paquete, luego se acercó y con su mano izquierda le agarró los huevos y comenzó a apretarlos, aplicando poco a poco más presión. 

"¿Verdad que le vas a apostar al boxeador local?" preguntó sádicamente Carlos mientras aplicaba más presión. 

"Si," dijo Nikky llorando, "sí por favor suéltame. ¡Aahhh!"

Carlos le dio un último apretón que hizo gemir a Nikky, luego lo soltó y le dio un puñetazo más con su guante. Nikky volvió a gritar y bajó su cabeza esperando no recibir más golpes. 

Carlos caminó atrás del saco y comenzó a desatarlo. Con solo un movimiento de los lazos el nudo que unía todo se deshizo y Nikky cayó al suelo. Carlos se acercó a él y se sentó en sus piernas mientras deshacía todos los otros nudos con los que había amarrado las manos y piernas de Nikky. 

Por fin lo soltó por completo y Nikky solo pudo encogerse y poner sus manos entre sus piernas. El dolor de Nikky era indescriptible. No se movió durante algunos segundos. Luego Carlos se acercó a él con la mochila que había llevado. La dejó caer a un lado de Nikky y le dijo: "Lárgate de mi casa."








Man of the North (part 2 of 3)

 (This story starts with "Man of the North (part 1 of 3)") That afternoon I went to see my uncle. I was surrounded right away ; I ...