martes, 11 de septiembre de 2018

Amanda

Llegué a casa de Amanda como a las 6:30 pm. Me había invitado para "ver una película", lo que solo podía significar una cosa: quería mi verga, estaba caliente y necesitaba sexo sin compromiso. Yo no tenía muchas ganas de ir, pero no podía arriesgarme a que se molestara conmigo y llamara a alguien más; al final era un acuerdo mutuo y a veces yo necesitaba un acostón de cuates.

Amanda no es muy guapa, pero tiene muy buen cuerpo. No quiero decir que es fea tampoco, simplemente no es la chica que todos voltean a ver en el gimnasio. Esa sería Rebeca. Guapísima de cuerpo entero, y aparte muy atlética. A Amanda la conocía desde antes de que entrenáramos juntos, pero la había dejado de ver 3 años antes de eso, cuando empecé a salir con mi ahora ex novia. La falta de disponibilidad mía había cortado el único enlace que nos mantenía en contacto.

Pero después de tres años ya no era la misma que conocía. Inmediatamente después de que empezara a salir con Gaby, había entrado al gimnasio y se había convertido completamente en una gladiadora. Era puro músculo y su espalda había crecido al doble. Competía en torneos nacionales y hasta iba a Estados Unidos para participar en eventos. Había hecho varios amigos en el gimnasio y como siempre ha sido muy agradable, no tiene problemas conectando con la gente, pero por alguna razón nunca ha tenido un novio formal.

Cuando entré al gimnasio no tardamos mucho en retomar nuestras "visitas" esporádicas. El primer día que la vi entrenando ahí le di un fuerte abrazo y nos quedamos platicando un buen rato, y a la semana siguiente ya estábamos cogiendo como hacía tres años. Después de eso, cada cierto tiempo uno de los dos llamaba al otro y nos veíamos en la casa de alguno de los dos. Nada de citas románticas, nada de cenas ni salidas al teatro. 'Ven', 'voy', pum pum pum, 'hasta luego', 'adiós'. Ese es un resumen muy atinado de lo que pasaba cada vez que nos veíamos.

Pero algo me había llamado la atención las últimas veces que nos habíamos visto. Amanda quería platicar. Hacía 6 semanas me había pedido que me quedara más tiempo. Primero supuse que me contaría algo importante, pero no, solo quería conversar un poco. Yo accedí pero no mucho tiempo, en realidad siempre me había gustado el hecho de salir casi inmediatamente de su casa. La segunda vez sucedió una semana después, cuando pidió de cenar apenas llegué a su casa, y una tercera vez me trató de convencer inventando que tenía un problema de plomería en su cocina. Yo las tres veces fui lo más cortante que pude y evité quedarme en su casa más de lo necesario. La única ventaja de ir con ella en vez de buscar a alguien más es el hecho de que no hay ningún compromiso aparte del sexo, y no está en mis planes acabar con esa comodidad.

Nuestro último encuentro fui yo quien la llamó. No era que estuviera muy urgido, sino que necesitaba saber si no me habían lastimado mi partes en la última pelea que había tenido. Después de 20 minutos pude comprobar que todo estaba bien. Terminamos rápido y ese día salí más contento de lo normal de casa de Amanda.  Eso había sido hacía unas 3 semanas. Desde entonces ya me había lastimado algunas veces, pero como había visto a Rebeca en un bar y habíamos terminado en mi casa, no tenía mucha urgencia por coger.

Al final había llegado al departamento de Amanda. No tenía ninguna intención de ver la película que sugería, pero le tenía que cumplir si quería seguir disfrutando de los privilegios. Timbré dos veces antes de que abriera la puerta. Cuando por fin abrió me alivié de ver que no estaba arreglada para recibirme. Las otras veces que nos habíamos visto noté un ligero esfuerzo de su parte por verse mejor, verse sexy.

"¿Qué tal, nalga? Pásale," fue el saludo de Amanda. Siempre nos habíamos tratado como amigos; nunca habíamos usado formalidades. Se dió la vuelta y avanzó hacia la cocina dejándome atrás. Entré al departamento y cerré la puerta detrás de mí antes de caminar hacia donde estaba ella.

"¿Quieres una cerveza?" me preguntó volteándome a ver mientras abría el refrigerador.

"No," contesté yo acercándome a ella.

Cuando cerró el refrigerador la abracé por detrás y le besé el cuello.  Ella echó la cabeza para atrás y se volteó para quedar frente a mí. Mis manos quedaron en su cadera, y cuando las subí recorriéndole el torso para llegar a sus tetas, ella me agarró el bulto firmemente. Mi verga ya estaba logrando la erección por lo que sentí una mezcla entre incomodidad y placer cuando su mano apretó todo mi paquete.

"Vamos al cuarto," me dijo Amanda sin soltarme, y sentí que mi verga se paró más cuando jaló un poco mi bulto al alejarse a su recámara.

Cuando entré al cuarto estaba ya acostada en su cama sin quitarse la ropa. Yo me quité la camiseta antes de tirarme sobre ella y empezara sobarla con mis manos. Amanda estaba boca abajo y yo sobre ella de rodillas. Apoyé mis manos en el colchón a cada lado de ella y bajé mi cadera para rozarle las nalgas con mi verga semi erecta. Después del segundo roce ella se volteó para quedar de frente a mí. Sus manos fueron hacía mi bulto acariciándome el abdomen en el proceso. Otra vez le dio un fuerte apretón que me incomodó un poco, pero justo después de eso con la otra mano me tomó del pelo y me dio un jalón que me hizo tirar la cabeza hacia atrás. Con ese sometimiento me hizo girar para quedar ella sobre mí y yo de espaldas en la cama. Se sentó en mi abdomen bajo, puso sus manos en mis muslos, justo arriba de mis rodillas y me obligó a estirar mis piernas para que quedaran apoyadas completamente en el colchón. Luego me tomó de la quijada fuertemente y con la otra mano me dió una cachetada no muy fuerte. Entonces entendí el juego.

Tengo que aceptar que ver a Amanda tomando completo control sobre mi me excitó mucho. Se me paró el pito hasta quedar completamente duro. Amanda me tomó las manos y las puso sobre mi cabeza sin soltarlas. Me dio un beso en la boca y terminó mordiéndome el labio. Esto me gustaba cada vez más. Después sentí que hacia algo con sus manos y antes de que me diera cuenta estaba esposado al respaldo de la cama.

"¿Okay? ¿Y esto?" le pregunté un poco nervioso, pero muy excitado.

"¿Te gusta o te asusta?" preguntó.

"No sé, depende de ti," le dije.

"Quiero probar algo nuevo, a ver si te gusta," me dijo mientras sacaba algo de su buró. Cuando volteé a ver que era, ya me estaba poniendo una venda en los ojos. Me puse un poco más nervioso, la verdad es que nunca me ha gustado estar completamente a merced de alguien más, pero también me daba mucha curiosidad lo que iba a pasar.

Después de dejarme esposado y sin poder ver, amarró mis pies al otro extremo de la cama. Sentí cómo ajustaba una cuerda que dejaba mis piernas separadas unos 70 cm. La misma cuerda ataba los dos talones, por lo que si movía un pie, el otro se estiraba en el sentido contrario. Sentí las manos de Amanda pasando por mis piernas y subiendo hacia mi cuerpo. Recorrió mis muslos hasta llegar a donde se juntaban ambos y agarró mi paquete entero; con sus manos abiertas se recargó en mi paquete y palpó todo lo que había ahí. Mi verga dura estaba a punto de romper mis boxers y mis shorts que todavía traía puestos. Con sus manos acomodó el miembro y quedó totalmente en dirección extendido. Amanda me bajó los shorts lo suficiente para que mi paquete quedara únicamente cubierto por mis boxers pegados.

Lo que pasó a continuación me tomó completamente por sorpresa. Yo estaba disfrutando de ese momento erótico, y esperaba más caricias o más rasguños de parte de Amanda; lo que recibí fue un fuerte golpe en los huevos que me desconcertó por completo y me hizo revolcarme en mi lugar tratando de zafar lo que me tenía sujeto. Solté un grito de dolor abriendo por completo mi boca en forma de "o", y sentí que me metían algo dentro, como un pedazo de tela, para después sellar mi boca con cinta adhesiva de esa gris que se usa para empaquetar cajas. Mis siguientes gritos fueron solo gemidos atrapados en mi garganta. Un segundo golpe en los huevos casi me deja inconsciente por el dolor.

Amanda decía algo, pero no tenía cabeza para entender sus palabras. Un tercer golpe me hizo sacudirme de un lado a otro, tratando inútilmente de zafar los nudos de mis pies, que jalaban de un lado a otro la cuerda que los mantenía atados al marco de la cama. Mi pene estaba completamente flácido para entonces. Aun podía sentir un poco de liquido que salía de mi verga por la excitación anterior. Sentí que Amanda me quitaba los boxers, otra vez solo justo hasta donde quedaba expuesto mi sexo. Agarró mis dos huevos adoloridos y los estiró hacia ella. Con una mano los tomó de la base para que quedaran atrapados. Mis huevos salían en el otro lado de su puño. Con su otra mano abierta los masajeó aplicando presión poco a poco. Yo empecé a gemir de dolor otra vez. Levantaba mi cabeza tratando de expresar mi dolor y pedir que parara. Cuando su mano aplastaba sin piedad mis huevos y parecía que me iban a estallar, dejó de poner presión sin soltarlos. Me tenía literalmente de los huevos, y empezó a jalarlos hacia arriba.

Mi cuerpo se empezó a arquear intentando liberar la tensión que generaba la mano de Amanda. Cuando estaba en mi punto más alto y no podía arquear más mi cuerpo Amanda se detuvo, pero luego empezó a jalarlos otra vez solo que iba abriendo su puño poco a poco, hasta que por fin mis huevos se escaparon escurriéndose entre su palma y sus dedos. Mis huevos se estrujaron pasando por su mano hasta quedar libres al fin. Mi cuerpo se dejó caer, relajado, en el colchón. Mi mente suplicaba que no siguiera más tortura. Mi respiración, que estaba a mil por hora, se calmó a la vez que el dolor se apaciguaba. Por fin pude escuchar lo que decía Amanda.

"¿Te duele, papacito?" me dijo con su tono irónico que usaba cada vez que se enojaba. "Solo para que sepas lo que se siente que te dejen como trapo usado cada vez que te cogen."

Me agarró el paquete completo con su mano y yo solté un gemido que la hizo reírse. Agarró mi verga y mis huevos y jugó con ellos un rato, jalándolos en direcciones opuestas, sacudiendo todo, apretando sin mucha fuerza.

"¿Tienes miedo, nalga? Vuser, lo que hagamos aquí se queda aquí ¿no? esa es nuestra regla. No te preocupes, de aquí no sale nada." Terminando esa frase me apretó el testículo derecho y yo encogí mi cuerpo tratando de cubrirme. Mis rodillas no estaban ni cerca de alcanzarse a tocar. Después de algunos segundos soltó mi huevo derecho y agarró el izquierdo. Lo apretó, y yo traté de gritar.

"Va a ser una larga noche, Vuser. Ponte cómodo," dijo Amanda cerca de mi oido, y luego lamió mi boca. "Te voy a quitar las ganas de cogerme para siempre. Y no creas que eso no me duele, me encantan las cogidas que me das. Pero ya me harté de ser tu puta. Por lo menos ahora ya sabré por qué no me invitas a salir."

Sentí que su peso en mi estómago. Debía estar sentada sobre mi dándome la espalda, porque después sentí sus manos recorriendo mis muslos hasta llegar a la ingle y atrapar con sus dos manos mi paquete. Lo agarró con fuerza y lo estiró hacia ella jalando mi verga y mis huevos al mismo tiempo.

"Este amigo ya no va a querer salir a jugar," dijo mientras yo suplicaba que no fuera a arrancar mi sexo. Luego me soltó solo para dejar caer si puño cerrado en forma de martillo justo en medio de mis piernas. PUM. Después repitió eso tres veces más, PUM PUM PUM, yo pensé que me iba a desmayar.

Para mi suerte se detuvo. Se levantó de donde estaba y la sentí caminar en la cama. Luego su pie voló en medio de mis piernas y conectó directamente en mis testículos aun sensibles por la tortura. No sé si el hecho de no poder gritar hacía que fuera peor mi agonía. Me pateó las bolas una vez más, y luego se dejó caer con su rodilla en mi pelvis.

Amanda sintió que mi verga le estorbaba para torturar mis testículos, así que me puso de vuelta los boxers para poder acomodar mi pito fuera de la trayectoria de mis huevos. "Así me gusta más," dijo Amanda, y cayó con su puño entre mis muslos. El dolor explotó una vez más y una vez más me di cuenta que no tenía la fuerza suficiente para quitarme las ataduras. Lo que sí se desajustó fue la venda que tapaba mis ojos por el movimiento de mi cabeza. Ahora podía ver qué hacía Amanda. Cuando se dio cuenta de esto creo que le dió más placer torturarme. No sé si era la mirada de terror que tenía, pero sonreía cuando me veía advertir que otro golpe se acercaba. Luego fingía que me iba  a pegar y se detenía, solo para terminar el castigo cuando me relajaba.

"No sabes lo bien que se siente tenerte así. Me encantan las luchas de humillación, y creo que esto es lo mejor que he hecho." Amanda parecía extasiada.

Se acostó en la cama boca abajo entre mis piernas. Su cara estaba frente a mi bulto cubierto por el boxer. Yo descansaba del dolor tan intenso que me estaba haciendo sentir. No sabía qué esperar, ni cuánto iba a durar el tormento.

"Voy a extrañar este juguete," dijo Amanda, y luego acercó su boca a mi paquete. Primero lo lamió desde abajo hasta arriba, lo cual se sintió muy bien. Mi pene estaba totalmente estirado hacia arriba, como si estuviera erecto, pero no lo estaba. La caricia me hizo sentir cosquilleos en todo mi sexo. Mi escroto se encogió un poco. Después llegó el suplicio. Amanda abrió la boca lo más grande que pudo y mordió mis huevos. Traté de cerrar mis piernas y atrapar su cabeza, pero no sirvió de nada, ella solo mordió más fuerte y más frecuentemente y me dejó paralizado. Sentí como mis testículos se machacaban y los dientes se encajaban en uno y en otro, haciendo que el dolor se volviera muy agudo. Amanda alejaba su cabeza con mis huevos en su boca y la movía de un lado a otro como un perro sacudiendo un juguete. Mi respiración se aceleró al máximo y sentí mi corazón latiendo fuertemente en mi pecho. Estaba muy asustado, y no sabía qué iba a hacerme Amanda al final.

Por fin dejó de morderme los testículos. El dolor que quedó era igual de insoportable que el que sentí cuando clavó sus dientes. Amanda puso una mano en mi paquete y lo sobó fuertemente. Esto hizo que el dolor que se estaba disipando se activara otra vez. Mi largo gemido delató mi dolor.

"Ya sé lo que te voy a hacer antes de dejarte ir. Y ¿sabes qué, papi? No te va a gustar nada." Me dijo con una voz muy cruel. Antes de saber lo que iba a hacer yo ya sabía que fuera lo que fuera iba a ser peor que lo que me había hecho hasta ese momento.

"¿Te han controlado el orgasmo antes, Vuser?" mi cara se volvió una mascara de terror. "¿Sí?" Yo dije que no con la cabeza. "¿No te lo han hecho, o no quieres que te lo haga?" Yo seguía girando mi cabeza de un lado al otro. "Bueno, no importa, te lo mereces por andar cogiéndote a Rebeca." Mi cara me delató otra vez "¿Creías que no sabía? No me importa, la verdad, pero no voy a dejar que te la vuelvas a coger en un buen rato." Amanda se rió, y yo me puse blanco del miedo.

Me bajó los boxers otra vez. Mi miembro flácido no tenía la menor intención de eyacular, pero Amanda empezó a acariciar mi abdomen bajo. Después pasó sus dedos por mis muslos con sus uñas, e involuntariamente reaccioné a eso. Me lamió los pezones y los mordió un poco, todo funcionaba para su propósito, pero lo que me hizo acelerar la respiración fue cuando chupó mi oreja y  luego la mordió ligeramente. Mi verga reaccionó, y Amanda no perdió tiempo. Me agarró el pito. Lo apretó. Lo soltó. Y por último lo metió en su boca.

La humedad me hizo sentir placer, y la sensibilidad en mi verga y también en mis huevos me hizo sentir que quería que continuara. Amanda siempre había sido una experta en sexo oral, y esta vez tenía una buena razón para esforzarse y hacerlo mejor. Mi verga se paró. Amanda dejó de chupar y empezó a jalarmela. Todo lo hizo bien, incluso me agarró los huevos suavemente. No sé si sabe que eso me encanta o simplemente es algo que le gusta a todos los hombres y lo ha notado. Me masturbó por algunos minutos, cambiando la intensidad y la velocidad. Después me soltó.

"¿Te gusta, mi rey?" dijo mientras tomaba otra vez mi verga y empezaba a masajearla con sus dedos. Escupía en ella para que resbalaran mejor y se acercaba poco a poco a la punta que luego frotaba con un dedo haciendo círculos. Yo estaba a punto de la gloria. Pero se detuvo otra vez. Pero esta vez no solo dejó de excitarme, sino que también me dió una fuerte palmada en los huevos que me cayó como un shock eléctrico.

Ya me habían controlado los orgasmos antes, pero nunca con tortura. Amanda tenía razón, esto lo iba a sufrir peor que lo demás. Otra vez me masturbó hasta el borde del clímax para luego soltar mi miembro y comenzar a apretarme los huevos fuertemente. Mis gritos de nuevo se ahogaron en mi boca gracias a la cinta gris.

Una vez más Amanda me acarició la verga y me rasguño el abdomen para llevarme a la orilla del orgasmo, pero esta vez me jaló los testículos lo más que pudo. Esto resultó peor para mí de lo que ella planeaba porque al estirarme los huevos también jaló la piel de mi verga y eso me ayudó a casi lograr el orgasmo, pero para mi desgracia no los jaló el tiempo suficiente y otra vez perdí la oportunidad. Para ese momento yo ya no podía más, estaba sufriendo de verdad. Después de soltarme me pellizcó con fuerza el pene, de arriba a abajo. Luego clavó su uña en la cabeza de mi verga para terminar con un puñetazo a los huevos. Estuve a punto de quedar inconsciente del dolor.

"Una vez más y acabamos," me dijo. Yo solo gemí igual que lo había hecho desde hacía dos horas. "No estés triste, ahora sí te voy a dejar terminar." No supe si creerle o no, pero tenía tantas ganas de venirme que escogí tener fe en que pasaría. Claro que si hubiera sabido lo que seguía, tal vez hubiera preferido que me dejara con las ganas una cuarta vez.

Amanda se desnudó. Su cuerpo fornido me hubiera excitado si no estuviera sufriendo esa tortura. Fue a su buró y sacó un vibrador. Se sentó entre mis piernas y se empezó a masturbar. Al parecer se excitaba sabiendo que me torturaba porque parecía ya lista para venirse. Yo tenía la esperanza que me cogiera y fuera así como me dejara terminar a mí.

Con su vibrador prendido recorría su sexo desde el clítoris hasta la vagina. Luego lo dejaba ahí y hacia círculos penetrando poco a poco. Me dieron ganas de tocarla. Luego acercó el vibrador a mi verga y me comenzó a excitar. Una vez más mi pene adolorido se paró. Amanda acercó su boca y otra vez me dio sexo oral. Agarró mis huevos, super sensibles por tanta tortura, y suavemente jugó con ellos. Tomó el vibrador mientras me la mamaba y se lo metió en el burro. Yo solo era un espectador esperando que lo complacieran. Después de unos minutos, sacó mi verga de su boca y la agarró fuertemente con una mano mientras seguía masturbándose con la otra. Cuando estuvo a punto de venirse se montó en mí, con su mano acomodó mi verga para que la penetrara y comenzó a saltar violentamente mientras disfrutaba su orgasmo. Yo no disfruté nada, mi verga me dolía por los sentones que estaba recibiendo. Claramente la intención de Amanda era disfrutar ella y no yo.

De repente Amanda se detuvo un momento, su cara se transformó en una mueca extraña y se quedó congelada unos segundos. Luego gritó y comenzó a moverse otra vez, y sentí el calor del liquido que salía entre sus piernas. Cayó con su cara en mi pecho y me agarró la cara. Parecía muy satisfecha. ¿Seguiría yo?

"Ahhhh, qué rico, Vuser. Te voy a extrañar," me dijo antes de sacarme de ella. Luego se acomodó otra vez entre mis piernas; estaba de rodillas y me agarró la verga mojada. Empezó a masturbarme, muy tranquilamente esta vez, y también me sobó los testículos.

No tardé mucho, unos cuantos minutos después sentí que estaba a punto de venirme, por cuarta ocasión. Amanda notó esto y aceleró el paso como siempre hacía, dándome placer. Jaló ligeramente mis huevos y eso me dio lo último que necesitaba. Mi verga explotó de júbilo y el semen me baño el abdomen. Gemí una vez más pero esta vez de gozo. Sentí que me liberaba de un gran peso que llevaba en mi cuerpo. Por unos segundos no pensé en nada, mientras Amanda seguía ayudándome a terminar el orgasmo.

Pero cuando yo terminé, ella apenas iba empezando. Siguió frotando mi verga, y en un principio se sintió muy bien, pero luego comencé a sentir que me daban calambres y quise decirle que se detuviera. Obviamente eso no iba a suceder pronto y una vez más me di cuenta que mi sufrimiento no había terminado.

Comencé a gemir más, ahora de dolor. Amanda no se detenía. Aplicó más fuerza con su mano a mi pene. Lo agarró de la base y apretó con fuerza llevando su mano a la punta, y luego con su otra mano presionó la cabeza de mi verga con fuerza y comenzó a hacer círculos sobre ella. No puedo describir lo que sentía, me estaba volviendo loco de dolor. Después de eso siguió con la tortura de todo mi sexo. Puso ambas manos en la base de los huevos y la verga, apretó con fuerza y me levantó machucando todo en su paso. Mis huevos y mi verga quedaron atrapados entre sus manos y se estiraron a su punto máximo. Yo gritaba sin emitir ningún sonido.

Siguió con esa técnica unos cuantos minutos. Me dejaba caer en la cama para volver a levantarme de mi sexo con fuerza. Yo no podía creer que pudiera sentir tanto dolor. Me levantó cinco veces dejándome suspendido unos momentos cada vez. Por fin me soltó, me vio a los ojos y me dijo: "Jódete, Vuser."

En ese momento hizo un puño con su mano y comenzó a golpearme directamente en los huevos. Una, dos, tres veces. Cada vez con más fuerza. Yo gritaba y gritaba como loco. Otra vez, y otra vez, y otra vez. Mis ojos se llenaron de lágrimas y comencé a llorar. Mi cuerpo se movía de un lado al otro, trataba de levantarme, de esquivar los golpes, pero nada funcionó. Amanda seguía golpeándome, no supe cuantas veces. Y yo no dejaba de llorar como un niño. Jamás sentí tal tormento, ni antes ni después.

Cuando por fin Amanda se cansó, dejó de golpearme. Yo seguí llorando un rato más. Luego sentí que Amanda me desataba los pies. Cuando estuvieron libres los junté inmediatamente. Mis manos seguían esposadas. Sin paciencia ni cuidado me giró para poder quitarme las esposas. Cuando por fin estuve libre me encogí y llevé mis manos entre mis piernas. Después de unos segundos traté de quitarme la cinta de la boca con una mano. Batallé mucho, pero por fin pude escupir lo que me había metido Amanda para evitar que alguien escuchara mis gritos. Seguí ahí tirado en la cama no sé cuanto tiempo, respirando, tratando de soportar el dolor hasta que se mitigara.

Amanda seguía frente a mí, viendo cómo sufría. Estoy seguro que me quería correr ya de su departamento, pero sabía que tenía que esperar un poco a que por lo menos me pudiera parar. Cuando perdió la paciencia me obligó a levantarme. Todo lo que hay entre mis piernas me dolía. Me acomodó los boxers y los shorts de mala gana, no pude evitar gritar del dolor. "¡Cállate, si no quieres que le siga una hora más!" me dijo enojada y como pude obedecí. Me sacó de su departamento y me caí al instante que estuve fuera. Me aventó mi camiseta en la cara y me advirtió que no me quería ver ahí cuando volviera.

Me quedé tirado un rato más y luego por fin pude avanzar hasta mi coche. Me quedé sentado y recuperándome una hora más sin moverme. Me pregunté cuánto tiempo pasaría hasta que me dejara de doler y si tendría que ir a ver a algún doctor. Algo tenía seguro, no quería volver a ver a Amanda jamás.

Man of the North (part 2 of 3)

 (This story starts with "Man of the North (part 1 of 3)") That afternoon I went to see my uncle. I was surrounded right away ; I ...