martes, 27 de febrero de 2018

Saliendo del Bar

Ibamos a ese bar seguido porque quedaba cerca del gimnasio. Ese día solo íbamos Aleks, el Turco y yo, pero había veces que podíamos ir hasta quince personas. Era un lugar cómodo, no muy grande y la botana que servían era buena. A veces hasta comprábamos una botella para pasarnos ahí varias horas. Nos gustaba mucho pasar el tiempo platicando hasta que cerraran. Los meseros y barmans nos conocían muy bien. 

Se estaba vaciando el bar cuando me di cuenta que unas personas en otra mesa nos estaban viendo. Al principio no dije nada, pero puse atención. Eran cinco hombres de entre 35 y 40 años de edad. Se veían corpulentos y fornidos, sin duda practicaban algún deporte y probablemente eran luchadores como nosotros. Nos volteaban a ver de vez en cuando y cuando vi que uno señalaba a nuestra mesa mientras le decía algo a otro decidí que tenía que avisarles al Turco y a Aleks, que los tenían de espaldas. 

"Atrás de ustedes hay una mesa con cinco cabrones que están hablando de nosotros," dije después de advertirles que no voltearan en ese momento, no quería provocar un enfrentamiento sin necesidad. Pero cuando Aleks volteó a verlos nos dijo que él los reconocía. 

"Yo sé quienes son, dos de ellos entrenaban conmigo hace varios años, los otros no estoy seguro quiénes sean, pero seguro son luchadores," nos dijo Aleks. 

"¿Alguna razón para preocuparnos?" preguntó el Turco. 

"Espero que no," dijo Aleks. 

"¿Como que esperas?" le pregunté, "¿crees que tendrían interés en nosotros aparte de lo que ya están diciendo?"

"No sé-" comenzó a decir Aleks cuando una mano cayó en su hombro y lo interrumpió. Nadie de nosotros se dio cuenta cuando los cinco hombres se levantaron y se acercaron a nuestra mesa. El que había agarrado a Aleks del hombro era el que se veía más fuerte, los otros cuatro se quedaron atrás de él. 

"¿Qué tal, Aleks?" dijo el hombre con una voz rasposa. "Qué casualidad venirte a encontrar aquí."

"Qué tal, Dumbo," contestó Aleks apenas volteando la cara suficiente para verlo de reojo, "yo siempre vengo aquí, creo que la casualidad es que hayas venido tú."

"Casualmente me acordé hoy de la última vez que peleamos juntos, y de cómo me dejaste morir," dijo ese que Aleks llamó Dumbo acercándose al oido de Aleks y sonriendo. Pude ver que tenía varios dientes metálicos. 

Aleks volteó la cara un poco más y movió su hombro para quitar la mano de Dumbo y le contestó. "En primer lugar yo no te dejé morir, segundo fue hace mucho tiempo, y tercero si tienes algún problema lo podemos arreglar en el ring."

El Turco y yo no contestamos nada pero nos pusimos de pie. Aleks nos dijo que nos sentáramos, pero en eso Dumbo levantó las manos a la altura de su cara mostrando las palmas y dijo con cara de gusto "¡Ahh! Con que tienes nuevas mascotas, ¡eh!" Aleks se puso de pie y se volteó para quedar de frente a él. "Ya te dije que si tienes algún problema me busques en el gimnasio. Ya sabes donde está y a que horas encontrarme."

De repente Dumbo agarró a Aleks de la camiseta con una mano y lo acercó a él. "Pues resulta que te encontré aquí, hijo de puta."

"¡Hey!" gritó, Javi, uno de los meseros que nos atendía, "ni se les ocurra empezar un pleito aquí. Afuera hagan lo que quieran. Aparte les quedan 15 minutos y ya se tienen que salir."
"Te salvaste, Aleks," dijo Dumbo retrocediendo a su mesa. "Por aquí te veo pronto," dijo y todos los que iban con él se alejaron a su mesa, en la que dejaron algunos billetes para pagar su cuenta y salieron del bar. 

Aleks, Turco y yo nos quedamos un poco más de tiempo terminando nuestras bebidas. Aleks nos contó un poco sobre quién era Dumbo y por qué había actuado de esa manera. Dumbo había entrenado con Aleks durante muchos años, cuando todavía estaba en la academia de João. Eran compañeros desde ese entonces y a veces luchaban juntos. 

João había conseguido inscribir a sus luchadores en un torneo de peleas clandestinas.  Había varias modalidades, como si fuera un estilo de lucha libre, pero con golpes y nockouts de verdad. Dumbo y Aleks eran sus mejores luchadores para pelear de parejas; habían entrenado juntos durante algunos años y se habían acoplado muy bien a su forma de luchar. 

Ronaldo Souza 'Dumbo' y Luke Rockhold 'Aleks' 
Aleks no nos contó mucho más de esas luchas, pero lo que sí mencionó fue la última vez que habían peleado juntos. Estaban en una jaula, de frente tenían a dos hermanos, que eran sus rivales. Se veían como luchadores callejeros, con tatuajes en todo el cuerpo, ultra musculosos, con la cara pintada, uno de ellos rapado por completo y el otro con una linea de cabello estilo mohawk. 

La lucha era de una modalidad extrema: los ganadores tenían que dejar inconscientes a los perdedores para ganar; João les había explicado eso, pero lo que no les dijo es se podían utilizar armas que pudieran esconderse en la ropa de lucha. Aleks y Dumbo no estaban preparados. Los hermanos Anaya, a quienes apodaban "los Canallas", tenían ropa especial para este tipo de luchas e incluso llevaban rodilleras y cintas en la cabeza. 

Ricardo Arona 'Anaya 1'

La pelea duró más de lo normal, pero al final Aleks y Dumbo perdieron. Las rodilleras y las botas de los Canallas tenían placas de metal. Cada patada y cada rodillazo que recibían Aleks y Dumbo les dolía diez veces más de lo normal. Para Aleks tres rodillazos seguidos en los huevos fue lo que lo tumbó, por lo menos por algunos minutos. Uno de los hermanos, el que estaba completamente rapado lo acorraló en un esquinero y después de golpearlo en el abdomen clavó su rodilla con toda la potencia que tenía entre las piernas de Alkes, y repitió eso dos veces más. Aleks tenía ya mucha resistencia a los golpes en los testículos gracias a la terapia que João le infringía, pero eso fue más de lo que pudo soportar. 


Brandon Sene 'Anaya 2'
Dumbo por su parte había sido aturdido por una patada que le dieron en la cabeza. Las placas de metal en las botas de los Canalllas conseguían su cometido. Con Aleks fuera de la pelea, aunque fuera por algunos minutos únicamente, consiguieron amarrar las manos de Dumbo detrás de su espalda. Una de las cintas que llevaban en la cabeza le inmovilizaba las dos manos juntas y la otra sujetaba las manos a la reja. Dumbo había quedado de rodillas con las manos por detrás sin poder moverse expuesto a lo que quisieran hacer con él. 

Normalmente en esas luchas los Canallas hubieran asfixiado a Dumbo hasta que quedara inconsciente para terminar la pelea triunfantes, pero estos hermanos tomaban su rol de tramposos muy en serio, y siguieron golpeando a Dumbo. Lo patearon entre las piernas con las placas de metal, haciendo explotar de dolor los huevos de Dumbo. Lo golpearon en la cara y en el estomago. Le clavaron las uñas en los pezones y le retorcieron las orejas. Le patearon con la punta del pie cada muslo, y luego su paquete. Dumbo perdió el conocimiento antes de ver cómo Aleks se levantaba y venía a defenderlo.

Aleks peleó contra los dos hermanos y estuvo a punto de asfixiar a uno hasta desmayarlo, si no fuera porque el otro reaccionó rápido y lo agarró entre las piernas por detrás. Apretó sus testículos lo más fuerte que pudo y lo obligó a soltar a su hermano. Aleks llevó sus dos manos entre sus piernas, tratando de zafar el puño que le estrujaba sus huevos. Después recibió un puñetazo en la cara de parte del otro Anaya a quien había estado ahorcando. Cayó al suelo. Los dos hermanos lo levantaron y lo colocaron con su espalda en su rodilla en forma de quebradora y se dieron gusto. Cada uno le detenía los brazos con una mano y la otra la usaban para golpearlo. Se turnaban para detenerlo de las rodillas y poder golpearlo como quisieran. Le dieron más de veinte golpes en el estómago, luego lo golpearon en los huevos la misma cantidad de veces. Uno de ellos lo tomó de la barbilla y lo obligó a arquearse más mientras el otro lo apretó de su paquete lo más fuerte que pudo, y luego lo empezó a torcer. Aleks empezó a gritar, y luego se desmayó. 

Rolando Souza 'Dumbo'
Pero aquello no había terminado ahí. João había apostado mucho en esa pelea, y no tenía como pagar. Cuando la lucha terminó tuvo que negociar de la peor manera que sabía. Ofreció a Aleks como moneda de cambio. El representante de los Canallas no desperdició la oportunidad y firmó el trato. Aleks estaría obligado a trabajar con ellos durante un año, sin condiciones. Para efectos prácticos, Aleks acababa de ser vendido como un esclavo. Incluso, inconsciente como estaba fue esposado y encadenado cuando se lo llevaron en una camioneta. Y João después le había dicho a Dumbo que Aleks los había dejado por irse con los Anaya; y esa fue la historia que él conoció: creía que Aleks se había rendido para salvarse y había dejado a Dumbo inconsciente y amarrado en el enjaulado. 

No se volvieron a ver sino hasta cinco años después, y para entonces Dumbo lo único que quería era vengarse de Aleks. Y aunque Aleks trató de explicarle lo que había sucedido, Dumbo nunca lo escuchó, y al parecer ahora si estaba dispuesto a cobrar esa revancha sin razón. 

El Turco y yo nos quedamos sin habla. Era una historia muy aterradora. Queríamos preguntar más sobre el año que tuvo que trabajar sin paga con los Canallas, pero el bar estaba a punto de cerrar y nos teníamos que ir. Terminamos lo que habíamos pedido y pagamos la cuenta. Cuando nos levantamos de la mesa éramos los últimos y los meseros ya estaban recogiendo las sillas del lugar. Nos despedimos de Javi y de los demás y salimos a la calle. Caminamos juntos hacia el gimnasio, yo había dejado mi coche ahí. Pero cuando dimos la vuelta en la esquina solo alcanzamos a dar diez pasos cuando alguien nos atacó por detrás. 

Yo sentí un golpe en la espalda, casi a la altura del cuello que me aventó hacia adelante y casi me caigo de boca en la banqueta. A pesar de tomarme por sorpresa, alcancé a ver que Aleks y el Turco también habían sido atacados. El Turco si rodó por la banqueta y quedó tirado de lado estupefacto por el golpe. Aleks estaba sometido por dos personas, uno lo agarraba del cuello y lo obligaba a doblarse hacia el frente, y el otro lo tomaba de un brazo y lo torcía hacia atrás de su espalda. Yo reaccioné aventándome contra la primera persona que vi tratando de soltar un golpe a su cara, pero sin darme cuenta alguien tomó mi brazo y evitó que esto sucediera, después me tomaron por el cuello con el otro brazo y me jalaron hacia atrás por lo que quedé inmovilizado. Todo esto me tomó desprevenido y no pude reaccionar bien.Con la mano que tenía libre traté de zafar el brazo que me ahorcaba, pero inmediatamente recibí un golpe en el estómago que me sacó el aire, y justo después sentí una mano que me agarraba el paquete y comenzaba a apretar mis huevos. 

Me sorprendió mucho el dolor en mis bolas porque yo llevaba puestos jeans, pero quien me agarró los huevos los sujetó perfectamente para que no se escaparan y la presión que aplicaron hizo que me paralizara del dolor. Junté mis piernas pero solo logre incomodar la mano de mi atacante. Luego sentí que jalaba todo mi paquete con fuerza para que quedara fuera de la presión que podía aplicar con mis piernas; yo seguí juntando mis piernas por instinto por lo que quedó mi paquete delante de mis muslos. 

El Turco no había podido reaccionar y había sido sometido por otra persona en el suelo. El pobre estaba sobre su espalda con alguien sentado sobre sus brazos y siendo golpeado en la cara. A pesar de que mi atacante me estaba exprimiendo los huevos con una mano y con la otra deteniendo mi cara, alcancé a ver que era Dumbo el que golpeaba al Turco. Y después de dejarlo golpeado en el piso se levantó y se acercó a Aleks, que también estaba sometido por dos personas. Se acercó por atrás y metió su mano entre las piernas de Aleks. Yo solo lo escuché gritar y vi como Dumbo lo levantaba del suelo sosteniéndolo solo de sus partes nobles. Cuando por fin me soltaron los huevos, después de un minuto, lo primero que hice fue levantar una pierna y cruzarla para proteger esa parte de mi cuerpo. Pero en seguida comenzaron a golpearme en el estómago una y otra y otra vez. 

No soporté mucho el dolor y pronto comencé a perder fuerza. Me golpearon muchas veces en el estómago, y ocasionalmente incluían un golpe entre mis piernas, justo cuando bajaba la pierna que me cubría. Lo último que sentí antes de que me soltaran fue un rodillazo que se clavó en mi entrepierna y aplastó lo que quedaba de mis huevos. Cuando no tuve el soporte de los brazos que me detenían me fui al suelo directamente. Me quedé tendido unos momentos y luego lo primero que hice fue llevarme las manos entre mis piernas girándome hacia un lado, pero un pie se apoyó en mi pecho y me obligó a quedarme de espaldas. 

A pesar del dolor alcancé a ver lo que sucedía con Aleks. Dumbo le soltó los testículos por fin, y les dijo a sus amigos que lo sujetaran parado. Los dos que lo estaban golpeando al inicio lo sostuvieron de los dos brazos y las dos piernas. Quedó totalmente abierto de manos y pies y levantado por los cabellos. Dumbo se acercó a él y le dio una patada en los huevos. Aleks trató de cerrar las piernas pero los amigos de Dumbo lo detenían firmemente. Después Dumbo lo golpeó dos veces en el estómago para rematar con un golpe en la cara. 

Cuando traté de moverme para levantarme, el que tenía un pie en mi pecho me dio una patada en la cara, y luego movió su pie a mi entrepierna y aplicó presión; otra vez estuve sometido y solo podía ver cómo golpeaban a Aleks. Dumbo se acercó a la cara de Aleks y lo agarró de la quijada. Fue la primera vez que lo escuché hablar:

"¿Qué se siente que te estén golpeando mientras se ríen de ti? ¡¿Eh?! ¡¿Qué se siente?!" le gritaba Dumbo. "¿Qué se siente que te dejen solo para que otros te golpeen? ¿Sabes lo que me hizo João cuando tú no estabas? Y según tú eras mi amigo. ¡No vales verga!" y terminando de insultarlo le dio un puñetazo directo en los huevos. El gemido que Aleks dejó escapar delataba lo fuerte que le habían pegado en sus partes nobles.

Yo seguía inmovilizado con un pie en mis huevos y mis dos manos sujetando el pie que me torturaba intentando inutilmente de disminuir la presión. No sabía qué era del Turco porque estaba fuera de mi campo visual. Pero de repente se esfumó la presión de mis huevos y sentí alivio. La persona que me estaba pisando mis bolas contra la calle salió volando, y vi que alguien atacó a Dumbo. Lo empujaron tan fuerte que salió volando y chocó contra un coche. Luego los que estaban sosteniendo a Aleks lo soltaron para poder reaccionar pero era demasiado tarde, uno de ellos recibió un rodillazo en los huevos que lo obligó a doblarse hacia adelante para cubrirse, al tiempo que el otro era agarrado de los pelos y su cabeza era forzada a estrellarse con la rodilla de su atacante. 

Cuando me pude levantar para evitar que el que me había sometido pudiera atacar a nuestro salvador vi quién era nuestro rescatista. Teo estaba con ropa deportiva golpeando al otro personaje que había recibido el rodillazo en los huevos. Yo alcancé a levantarme antes de que mi atacante reaccionara y le di un rodillazo directo en la cara cuando estaba tratando de ponerse de pie. Me aseguré que no se fuera a levantar pronto y corrí hacia donde estaba el Turco tirado sobre su espalda, pero su atacante ya no estaba sentado en su pecho, sino en su estomago, y ya no estaba viendo su cara sino que se había girado para quedar viendo a sus pies y lo tenía agarrado de los huevos mientras se los golpeaba con el otro puño. El Turco soltaba un "¡ough!" con cada golpe que recibía en los testículos. 

Wade Hayes 'Teo'

Corrí a ayudarlo, y el cabrón, que estaba muy entretenido torturando los testículos de mi amigo no se dio cuenta que venía yo corriendo para darle una patada justo en la cara que lo lanzó hacia atrás y lo dejó inconsciente. Acto seguido traté de ayudar al Turco a levantarse, pero no podía mover las manos de sus huevos. Le dije que se quedara ahí pero que estuviera pendiente por si alguno de los que estaban tirados se levantaban. 

Me giré para ver dónde estaba la acción y justo vi que mientras Teo seguía golpeando a uno de los dos que habían estado sujetando a Aleks, Dumbo se había puesto de pie y corría para taclear a Teo. Vi salir volando a Teo con el cuerpo de Dumbo abrazándolo por la cintura y estirado como si fuera un torpedo y sentí ganas de matarlo ahi mismo en ese momento. Dumbo cayó encima de Teo y enseguida levantó su rodilla para dejarla caer en el bulto de Teo. Teo soltó un grito de dolor, pero rápidamente  pudo cubrir su paquete lastimado porque llegué yo con la velocidad que pude tomar y pateé a Dumbo en las costillas. Dumbo rodó y yo lo seguí hasta que me pude colocar sobre él inmovilizándolo de los brazos. 

Comencé a golpear a Dumbo con todas las fuerzas que me quedaban. Traté de olvidarme del dolor de huevos que todavía sentía y confiaba en que los otros luchadores que iban con Dumbo no se iban a levantar, y si lo hacían alguno de mis compañeros (aunque me resultaba raro pensar en Teo como mi compañero) se iba a encargar de ellos. 

Dumbo trataba de soltarse sin conseguirlo. Vi su odio y desprecio en la cara. Después su gesto cambio y soltó un gemido, después supe por qué; Aleks estaba de pie y le había puesto la planta de su bota en los huevos. Le dio dos pisotones fuertes y el tercero dejó su bota entre las piernas de Dumbo y le aplicó toda la presión que pudo. Yo lo tome con una mano del cuello y con el otro brazo le di dos fuertes golpes con mi antebrazo en la cara. Sentía el coraje acumulándose en mi cabeza,  tenía ganas de dejarlo inconsciente. 

El Turco se había levantado ya y lanzaba patadas a todos los otros compañeros de Dumbo que estaban en el suelo. A uno le dio en el abdomen, a otro en los huevos y a un último en la cara. El cuarto amigo de Dumbo seguía inconsciente en la banqueta. 

Le di un último golpe a Dumbo con todas mis fuerzas y sentí que dejó de poner resistencia. Decidí dejar de golpearlo y me levanté. Aleks seguía con su pie en el paquete de Dumbo, le dio un pisotón más antes de retirar su pie. Justo cuando liberó Aleks a Dumbo este se llevó una mano a su paquete y otra a su cara, donde había estado golpeando yo. Nos volteamos a ver todos, y vimos también a nuestros enemigos tirados en el suelo. 

"¿Qué hacemos con ellos?" preguntó Teo todavía con una mano protegiendo sus huevos. 

"No hacemos nada,"dijo Aleks. "Nos vamos y que ahí se queden."

"¿Cómo que nada? Hay que llevarlos adentro y los usamos de dummies." dijo Teo. 

"No, Teo, no hacemos nada," contestó Aleks. 

"¿Qué hubieran hecho ellos si no llego yo a quitártelos de encima? En primera supongo que ya no tendrías huevos, no creas que no vi de donde te tenían agarrado," dijo Teo.

"¡Ya, Teo, fue suficiente!" le dijo Aleks ya enojado, y luego nos volteó a ver al Turco y a mí, "vámonos," nos dijo. El Turco se acercó cojeando y con una mano en el abdomen bajo. Yo no me moví. Estaba sorprendido de que Aleks quisiera dejar las cosas ahí cuando seguramente Dumbo y sus amigos nos hubieran hospitalizado. 

"Me quedo con Teo," le dije a Aleks que parecía muy sorprendido. Cuando me di cuenta que Aleks estaba preocupado por lo que fuera yo a hacer con Teo, entonces dije "no te preocupes, no los vamos a matar," le dije, pero me di cuenta que no estaba convencido, entonces me acerqué a él para hablar más bajo, "me voy a asegurar que Teo no mate a nadie, ¿ok? Tú tranquilo," le dije y eso pareció tranquilizarlo. 

Por fin Aleks y el Turco se fueron caminando hacia el estacionamiento, y Teo y yo nos quedamos viendo uno al otro, y luego a los cinco cuerpos tirados en el piso. 

Antes de que Aleks y el Turco estuvieran fuera de vista Teo les gritó "¡de nada por la ayuda, eh!"






lunes, 19 de febrero de 2018

Sparring con el millonario

La arena estaba a reventar. Los boletos se habían vendido completamente un mes antes de lo previsto; el espectáculo prometía mucho. Carlos era dueño de uno de los palcos de ese recinto, pero para esa función pagó por boletos de primera fila; valía la pena. Iba con su novia con la que llevaba saliendo apenas 2 meses y con su mejor amigo Tadeo. Tadeo y Carlos boxeaban juntos en una academia, pero ninguno lo hacía profesionalmente, sin embargo ambos eran muy buenos. 

Mario Lopez "Carlos"
Carlos tenía 25 años, media 1.90m y pesaba 80 kg. Era muy fuerte y atlético; había entrenado box desde que tenía 12 años y desde entonces se había preocupado por su alimentación y más tarde por su musculatura. Se parecía al actor de "Saved by the Bell" Mario Lopez. Moreno, de pelo negro pero atractivo. Su nueva novia era guapísima, se parecía mucho a Ariadne Artiles. Ambos juntos parecían una pareja de artistas de televisión. 

Tadeo era menos alto que Carlos pero igual de fornido. Era un año menor que Carlos, medía 1.78m y pesaba 75 kg. Era puro músculo. Parecía un joven y super mamado Chris O'Donnel. Tenía un tatuaje de un Yin & Yang formado por una lechuza y un búho en la espalda. Su físico y su actitud llamaban mucho la atención en el gimnasio. Era una persona muy amable y divertida, pero también era muy competitivo. 

Chris O'Donnel "Tadeo"
Cuando llegaron a sentarse a sus lugares Tadeo vio una cara conocida en el lugar justo detrás de ellos. Era un muchacho que asistía a la universidad donde él trabajaba. Se llamaba Nicandro, pero todo mundo le decía Nikky. Él también era aficionado al box y pertenecía al equipo representativo de su universidad. Al lado de él estaba una chica, y otra pareja. Tadeo lo saludó desde que lo reconoció. 

"¡Hola Nikky, qué tal! Mira dónde nos venimos a encontrar," le dijo Tadeo extendiendo la mano. 

"¿Qué tal, profe? No sabía que venías a esto. Me gané los boletos en la universidad, 2 boletos dobles, vine con mi novia y un amigo," dijo Nikky levantándose y señalando a la chica en el asiento junto a él. "Mirna, te presento a mi profesor de física." La chica se levantó y se acercó a Tadeo para saludarlo. Era muy guapa, muy joven también, rubia de ojos claros. No se veía muy convencida de querer estar en ese lugar. Al lado de ella se levantó la otra chica que iba con el grupo, se presentó a ella misma, y su novio también se levantó para saludarlo. La otra pareja se veía más desaliñada que Nikky y Mirna.

"¿Qué tal? Hector," dijo el muchacho. "Mi novia, Ana."

"Mucho gusto," dijo Ana. 

"¿Eres profesor en la universidad?" preguntó Hector. 

"En realidad estoy encargado de impartir los cursos de asesoría a estudiantes," contestó Tadeo. "Lo veo cada dos semanas más o menos."

"Eres un burro, Nikky," dijo Hector. 

"Es para ser mejor, no por necesidad," contestó Nikky desde el otro lado. "Oye profe, qué buen trabajo es ser asesor, ¡eh! ¡Hasta para venir al box a los mejores lugares!"

"No, no para nada. Me invitó mi amigo Carlos. Él es el que pagó los boletos. ¿Tu crees que voy a poder pagar esto, y aparte la renta con lo que me pagan en la universidad? Bueno fuera que ayudar a burros a entender física fuera tan redituable." Todos se rieron y Nikky levantó los puños como si fuera a golpearlo. 

Carlos volteó hacia atrás y también saludó al grupo de muchachos. No tenía muchas ganas de hacer nuevos amigos, menos cuando eran mucho más chicos que él, pero tenía el mínimo grado de cortesía que le obligaba a sonreír y saludar. Todos se sentaron y cada grupo volvió a lo suyo. 

Poco tiempo después comenzó la función y el cuadrilátero no volvió a dejar de ser el centro de atención de todos. Hubo 3 peleas antes de la pelea estelar en la que un boxeador mexicano se media contra uno argentino. 

En los últimos tres rounds el mexicano recibió dos golpes bajos muy fuertes, uno en el antepenultimo round, en el que el referi paró el combate, y uno más en el ultimo round que el referi no vio y por el que perdió el combate el mexicano. Por ser la pelea en México obviamente la mayoría de la gente que asistió estaba muy enojada, y al final de la pelea empezaron a abuchear.

Carlos, que era muy apasionado, no dejaba de maldecir al referi por no poner atención. Tadeo estaba de su parte y comentaban juntos el hecho. Pero detrás de ellos un Nikky ya muy tomado, y quién tenía una apuesta que le daba el triunfo al argentino, festejaba la victoria del boxeador extranjero. 

"No vales nada," le decía Hector. 

"Pues valgo más de lo que valía antes de la pelea porque gané $500 dólares con este boxeador," contestó Nikky ya arrastrando un poco las palabras. "Aparte, que no sea joto, un golpe en los huevos no te hace perder una pelea. Imagínate que estuvieras peleando en la calle, ¿apoco vas a pedir que se pare la pelea, o que le quiten un punto al otro? No mames." Esto último lo escuchó Carlos, que también había tomado unas cuantas cervezas, y no pudo evitar contestar. 

"¿Cómo vas a decir eso? estás hablando de un deporte profesional, no de luchitas en tu casa. El argentino debió haber sido descalificado."

"Ay sí, no mames, el boxeador tiene que estar preparado para todo. Aparte a mi me han pegado en los huevos y nunca ha sido para tanto," contestó Nikky, y ya todos los veían a los dos sin meterse en la discusión. 

"Quiero ver qué te parecería si un boxeador de verdad te diera un golpe directo en los huevos. Estarías llorando como niña. Pero bueno, se me olvida tu edad. A los 15 años tal vez yo también pensaba que los golpes no dolían."

"Tengo 20, güey, y peleo con boxeadores de verdad. Yo si voy a ser boxeador profesional en unos años, ¿tu qué?"

"Pues yo también boxeo niñito," contestó Carlos, acalorado. 

"Pues vamos a darnos de chingazos," dijo Nikky al momento en que Hector y Tadeo intervenían para evitar un incidente en ese lugar.

"Cálmate, cálmate, Nikky, nadie se va a dar de chingazos aquí," dijo Tadeo. 

"Sí, güey, ya párale," también le dijo Hector. "No te quieras hacer el muy verguita."

"Pues, ¡a ver!, si dice que no aguanto nada, pues que lo demuestre. Vamos a la uni, nos damos un tiro, ahí hay equipo."

Tadeo, agarró a Carlos de un brazo y le dijo, "ya vámonos, cabrón, ni se te ocurra hacer nada tu tampoco."

"Te espero en mi casa, mañana a las 7 y media de la tarde, niñito, ahí tengo yo un ring y equipo también," le dijo Carlos a Nikky muy confiado. "Vamos a echarnos un sparring."

"¡No!" dijeron al unísono Héctor y Tadeo cuando vieron que a Nikky le parecía buena idea. 

"¡Ya quedó, mamón! Dame tu teléfono."

A pesar de que Hector y Tadeo intentaron disuadirlos de que no era una buena idea y tratando de distraerlos para que se les olvidara lo que estaba pasando, Carlos tomó el numero de Nikky y la cita estuvo hecha media hora después. 


**************


La lucha no se llevó a cabo al siguiente día como dijo Carlos, pero no pasó mucho tiempo tampoco. Dos días después de la pelea de box Carlos estaba en su casa cambiándose de ropa. Eran las siete de la tarde en punto y quería estar listo para recibir a su nuevo contrincante de box. Nikky había accedido a una sesión de sparring con Carlos en la que la regla no escrita es que podían utilizar golpes bajos contra el adversario. Nikky había dicho que en el box debías de poder soportar golpes a los huevos, y Carlos quería demostrarle lo poco que podía soportar. 

Carlos era moreno y siempre se había sentido orgulloso de eso. Nunca le había molestado su color de piel pero había habido ocasiones en que esto había sido motivo de burlas, sobre todo en la escuela. Desde chico aprendió a defenderse y cuando tenía doce años entró a una academia de box. Desde entonces aprendió a pelear con técnica y después de algunas peleas contra bullies en la escuela en las que los hizo pedazos, nadie más volvió a meterse con él ni con su color de piel. Esa era la razón también por la que le habían molestado los comentarios de Nikky. La pelea de boxeo era de un mexicano contra un argentino, y Nikky había apostado al argentino, en primer lugar, pero aparte, después de ganar con dos golpes a los testículos del mexicano, ¡Nikky todavía defendía la victoria de este! Esa era razón suficiente para que Carlos quisiera enseñarle una lección a este muchacho de 20 años que acababa de conocer. 

Nikky llegó a las 7:30 pm, puntual. Tocó el timbre y una sonido de chicharra indicó que la puerta se acaba de abrir. La casa a la que llegó Nikky no era lo que él esperaba. Era una casa muy lujosa, con jardín al frente y muy amplia. Desde afuera podía ver dos pisos, y pasillos que daban a la terraza en ambos lados de la casa. No se arrepintió de haber aceptado el reto y tenía mucha curiosidad de conocer el espacio donde iban a pelear. 


"Nikky"

Entró a la casa, se notaba desde el principio que era muy lujosa sin embargo tenía un estilo sobrio. Un intercomunicador se encendió y escuchó la voz de Carlos: "pásale al sótano, aquí estoy". Cuando volteó a ver a donde estaba el origen de la voz vio una pequeña pantalla y alcanzó a reconocer la cara de Carlos, con el brazo estirado que seguramente estaba presionando un botón. Justo vio eso y la imagen desapareció. Dio un vistazo alrededor buscando las escaleras y las encontró del lado izquierdo. Dio otro vistazo, impresionado por la casa y luego bajó las escaleras. Llegó a un pasillo que terminaba en una puerta. Se acercó a ella y la abrió. Entró a un cuarto amplio en donde había todo tipo de accesorios y artefactos para entrenar. Había pesas, un saco de arena para golpear, una pera de box, bicicleta estática, caminadora, un tapete para lucha grecorromana y un ring de tamaño oficial. Nikky estaba impactado. En ese momento quería convertirse en el mejor amigo de Carlos y entrenar ahí todos los días. 

"¿Así vas a boxear?" preguntó Carlos interrumpiendo su observación del espacio. 

"No, traigo mis shorts," contestó Nikky, y se sintió un poco tonto.

"¡Pues órale! ¡Cámbiate! ¿O vienes a platicar?" 

Nikky tomó su mochila y empezó a sacar sus cosas. En realidad ya no quería el sparring, quería ver todo el gimnasio a detalle y preguntarle a Carlos por todas las cosas que tenía ahí. Pero luego se acordó por qué  había ido a ese lugar y la discusión que habían tenido en la arena, y sintió de nuevo las ganas de golpear a Carlos. 

Nikky iba vestido con unos pants negros  y una camisa sin mangas blanca. Sacó sus shorts de boxeo y volteó a ver a Carlos para ver si lo estaba viendo porque estaba a punto de quitarse los pants. Carlos ya estaba listo para boxear, aunque no tenía puestos shorts de boxeo sino unos un poco más ajustados, como si fuera a levantar pesas. Vio que tenía lycras abajo de sus shorts; él también traía lycras bajo sus pants, y no pensaba quitárselas para ponerse los shorts, pero como quiera le daba algo de vergüenza mostrar su bulto. 

Finalmente se cambió, se puso sus shorts, sus botas y sus guantes. Vio que en un muro había colgados protectores para entrenamiento: caretas y protector inguinal. Su subconsciente lo traicionó y se le ocurrió preguntarle a Carlos si iban a usar protectores para el sparring. 

"¿Qué? ¿Ya estas joteando? ¿No fuiste tú el que dijo que los golpes bajos debían de soportarse en una pelea? ¿Ahora te quieres cubrir tu carita y tus huevitos? No me digas que viniste a hacerme perder el tiempo."

"No, no, está bien, es que estoy acostumbrado a usarlos en la universidad," contestó Nikky. 

"No estas en la universidad niñito. ¡Subete al ring!"

Se subieron los dos al cuadrilátero y empezaron a caminar alrededor uno del otro. "Quedamos en que no hay reglas, ¿verdad?" preguntó Nikky ya más metido en la pelea. "Sí, niñito, quedamos en eso. Más específicamente: te puedo deshuevar y me puedes deshuevar y esto no se va a detener," le contestó Carlos. 
Mario Lopez "Carlos listo para boxear"

Nikky se acercó a Carlos tratando de ganar el primer ataque. Estaba molesto por la manera en que lo seguía llamando "niñito" y quería demostrarle que sabía boxear y que le podía ganar. Soltó un combinado de tres golpes, el primero iba a la cara de Carlos, el segundo al estomago y luego un golpe de abajo hacia arriba entre las piernas de Carlos. Carlos se defendió de los tres golpes y ninguno llegó a causar el efecto deseado. Pero contestó con dos golpes que le dieron directo en el estomago y en el riñón a Nikky. Este sorprendido por el dolor que sintió encogió los brazos y trato de cubrirse por lo que no pudo reaccionar cuando Carlos le dio un golpe fuerte y directo a los huevos. 

"¡Ooouuuggghhhhh!" gritó Nikky y cayó al suelo. Se llevó los guantes entre las piernas y se encogió. Empezó a respirar rápida pero profundamente. Sintió mucho dolor, pero también sintió mucho coraje. 

"¿Ya, fue todo? ¿No que mucho aguante de golpes bajos? Con uno tuviste," se burló Carlos. 

Nikky se levantó sin decir nada. Con un guante en los testículos adoloridos, estiró cada una de sus piernas. Saltó tres veces y empezó a rodear a Carlos otra vez. Siguieron boxeando, conectando algunos golpes, Carlos recibió dos golpes en la cara y dos en el abdomen, Nikky esquivó un derechazo a la cara pero no vio venir el guante izquierdo directo a la quijada. 

Nikky, ya un poco cansado se dio cuenta de que estaba perdiendo la pelea. Decidió intentar algo. Sin dejar de ver a Carlos y cubriéndose la cara con los guantes arremetió contra él pero en vez de soltar un golpe al cuerpo bajó una rodilla al piso y soltó un golpe que le dio a Carlos justo en su paquete. El golpe fue muy fuerte y Carlos soltó un sonido ahogado de dolor. 

"¡Mmmmpphhhhh!" fue lo que escuchó Nikky, y sin perder oportunidad, viendo a Carlos doblarse para cubrirse sus partes, lo golpeó directo en un costado de la cabeza. Carlos se cayó al piso. 

Se levantó de la lona en menos tiempo de lo que lo hizo Nikky. También se estaba agarrando la entrepierna pero antes de que Nikky pudiera reaccionar ya estaba con los dos puños en alto y atacando a diestra y siniestra. Los primeros golpes no golpearon directamente como él quería, pero después del tercer golpe Nikky no pudo reaccionar tan rápido y comenzó a cubrirse el cuerpo. Los golpes seguían conectando en el cuerpo encogido de Nikky. Tres veces Carlos conectó en los testículos, en desesperación, Nikky soltó uno solo que dio en el bulto de Carlos y lo obligó a retroceder un poco y agacharse. 

Aprovechando que Carlos no estaba cerca, Nikky se hincó para descansar del dolor que estaba sintiendo. Volteaba a ver a Carlos esperando que siguiera recuperándose él también. Los dos estaban doliéndose de los huevos; los tres golpes que conectó Carlos no habían sido con toda la potencia, pero el de Nikky sí. 

Nikky estaba viendo a la lona, tratando de recuperar su aliento. Cuando volvió a voltear a ver si Carlos seguía ahí lo que vio fue un guante que volaba a su cara. El golpe lo recibió de lleno y cayó de espaldas a la lona completamente aturdido. Carlos lo vio tirado en el suelo y no dudó en dejar caer su puño forrado con un guante de box directo en los huevos de Nikky. 

Nikky soltó un grito de dolor al mismo tiempo que ponía sus manos en sus partes nobles y se levantaba para quedar medio sentado. Carlos no desaprovechó la oportunidad y lo golpeó otra vez en la cara. Nikky quedó tendido en la lona, noqueado. 



**************


Carlos apoyó su guante en la cabeza de Nikky y acercó su cara para verlo. Todavía estaba inconsciente. No creía que hubiera tenido tanto tiempo, suficiente para amarrarlo al saco de arena que colgaba del techo del sótano. Carlos había hecho un buen amarré con lazos que tenía para ajustar el ring. 

Cuando Nikky despertó tardó unos segundos para reconocer dónde estaba. Cuando trató de moverse se dio cuenta de que no podía, su cuerpo estaba totalmente inmovilizado. No se dio cuenta entonces pero no tenía sus shorts de boxeo puestos, estaba únicamente con las lycras que llevaba debajo. Carlos estaba frente a él. 

"Ya despertó el niñito. Por fin," le dijo viéndolo a los ojos.

"¿Qué haces, Carlos? Suéltame, no mames," dijo Nikky. 

"No, no te voy a soltar. Por lo menos no hasta que te dé tu merecido por irrespetuoso," contestó Carlos.

"¿Irrespetuoso por qué? Era sin regl- ¡¡¡oooouuuuuuuuuuuuuughhh!!!" gritó Nikky cuando recibió un derechazo sólido en los huevos. "¡Ayuda! ¡Ayuda! ¡Alguien ayudem- ¡OOOUUGHHH!" Carlos le dio dos golpes más seguidos. 

"Cállate, nadie te puede escuchar comoquiera. Si sigues gritando te voy a tener que tapar la boca. Ahora aguántate como hombrecito." Terminando esa frase le pegó tres veces más en los huevos con combinación izquierda, derecha, izquierda. 

Nikky gritó y gritó de dolor. Los movimientos que hacía para tratar de soltarse solo lograban que el saco al que estaba amarrado se moviera un poco. Una cadena salía de la base del saco hacia abajo y evitaba que se balanceara. 

Carlos comenzó a golpearlo en el estómago. Le dio puñetazos durante 30 segundos seguidos. En cada uno Nikky soltaba un  ¡umph! y trataba de ahogar sus gritos. Cuando Carlos se detuvo Nikky comenzó a respirar aceleradamente, solo para detenerse cuando recibió otro par de golpes en los huevos, y su abdomen se contrajo de dolor. 

"¿Te parece bien que se permitan golpes bajos en el box ahora?" preguntó Carlos. "¿Crees que los boxeadores se deben de aguantar el dolor?"

"No, perdón, no está bien, suéltame por favor."

"No."

Carlos se acercó a Nikky y le dio un rodillazo fuerte justo entre sus piernas. Nikky comenzó a llorar. 

"Awww. Le dolió al niñito."

Carlos se quitó uno de sus guantes, el izquierdo. Acercó esa mano al paquete de Nikky y lo palpó. "Creo que se te inflamaron los huevos." Acto seguido agarró el paquete de Nikky rodeándolo con su mano mientras la cerraba y estirándolo hacia él. Nikky quedó completamente arqueado con los huevos en la mano de su enemigo. El dolor era casi insoportable. Nunca le habían estirado el paquete lejos de su ingle. Se veía redondo y grande. Vio con ojos llorosos cómo la mano derecha de Carlos, la que todavía tenía el guante puesto, tomaba impulso y caía de lleno en su paquete comprometido. 

Un trueno de dolor le recorrió todo el cuerpo y comenzó a gritar otra vez. Carlos repitió el movimiento cuatro veces más. El último golpe dejó su guante en el paquete y simplemente aplicó presión. Escuchó con placer como Nikky gritaba mientras sus huevos se aplastaban entre el puño cerrado de Carlos y su guante de box. Carlos movía ligeramente el guante tratando de aplastar todo el paquete completo. 

Nikky gritó y gritó. Carlos lo soltó y Nikky regresó a su posicion original, solo para recibir la planta de la bota de Carlos en su paquete lastimado, mientras Carlos aplicar presión otra vez. "Creo que no vas a poder coger este mes, mi querido Nikky. Pero todo esto es para que aprendas a respetar a los compatriotas. La próxima vez, apuéstale al mexicano." Terminando de decir eso quitó su bota del paquete, luego se acercó y con su mano izquierda le agarró los huevos y comenzó a apretarlos, aplicando poco a poco más presión. 

"¿Verdad que le vas a apostar al boxeador local?" preguntó sádicamente Carlos mientras aplicaba más presión. 

"Si," dijo Nikky llorando, "sí por favor suéltame. ¡Aahhh!"

Carlos le dio un último apretón que hizo gemir a Nikky, luego lo soltó y le dio un puñetazo más con su guante. Nikky volvió a gritar y bajó su cabeza esperando no recibir más golpes. 

Carlos caminó atrás del saco y comenzó a desatarlo. Con solo un movimiento de los lazos el nudo que unía todo se deshizo y Nikky cayó al suelo. Carlos se acercó a él y se sentó en sus piernas mientras deshacía todos los otros nudos con los que había amarrado las manos y piernas de Nikky. 

Por fin lo soltó por completo y Nikky solo pudo encogerse y poner sus manos entre sus piernas. El dolor de Nikky era indescriptible. No se movió durante algunos segundos. Luego Carlos se acercó a él con la mochila que había llevado. La dejó caer a un lado de Nikky y le dijo: "Lárgate de mi casa."








lunes, 12 de febrero de 2018

De vuelta al gym

Roger Huerta (Vuser)
Lo peor de dejar de entrenar es intentar volver a la rutina de hacer ejercicio. Habían pasado tres semanas desde la última vez que había ido a entrenar al gimnasio. Tres semanas desde que me habían hecho una semi vasectomía. Mis partes nobles ya estaban recuperadas al cien por ciento, pero tengo que admitir que sí me preocupé al siguiente día de la lucha en la que Teo, uno de los luchadores más fuertes y más sucios que entrenaban en mi gimnasio, junto con su amigo Conan, nos habían vencido de la manera más humillante en una lucha de parejas. Mis testículos habían sido sus víctimas favoritas. Dos rodillazos, patadas, incontables golpes y varios apretones me habían dejado con los huevos hinchados y caminando con las piernas abiertas más de dos días. 

Por fortuna todo estaba bien, al parecer. Apenas pude, me masturbé para asegurarme que funcionara todo. El siguiente sábado no perdí oportunidad de invitar a mi amiga Amanda, sabiendo que no dejaba pasar una sola verga que estuviera dispuesta a atravesarla. El resultado: algo incomodo al principio, algo sensible, pero todo se desempeñó a la perfección. Al parecer Teo no mentía cuando me dijo que no me iba a lastimar. Mi paquete había superado una dura prueba. 

Entonces después de descansar de todos los otros golpes que recibí, volví a entrenar ese lunes. Aleks, mi coach, me saludó con un abrazo. "Vaya, volvió el hijo pródigo," me dijo cuando entré. Ya sabía lo que me había pasado, porque después de una semana sin acercarme al gimnasio, me mandó un mensaje de texto para asegurarse de que yo estaba bien. 

"Ahora sí, vengo a recuperar la fuerza perdida," le dije. 

"¿O sea los huevos que te faltan?" dijo burlándose. Mi manera de voltear a verlo fue lo único que necesitó para entender el '¡cállate, pendejo!' que le quería decir. 

"Bueno por lo menos sigues igual de chistoso, hijo de tu puta madre, a ver si no se me escapa sin querer una ligera patada, la próxima vez que entrenemos," le dije jugando, y él rió. 

Luke Rockhold (Aleks)
"¿Qué te parece si te enseño algo que te ayude a soportar una lucha como la que tuviste?" me preguntó seriamente. La manera en que lo dijo me llenó de curiosidad. 

"¿A qué te refieres con eso?" pregunté. 

"Pues mira, hace como 15 años, un coach mío, brasileño, me entrenó con unas técnicas diferentes, para ayudarme a ser más elástico, más fuerte y a soportar más el dolor," me contó. "Si quieres te puedo entrenar con esas técnicas, creo que te puede ayudar, y con lo que te hicieron la lucha pasada, creo que te conviene."

"Ok," dije más como pregunta que como afirmación. "¿Y de qué va ese entrenamiento? No me vas a poner a encerar tu carro, ¿verdad?"

"No seas pendejo. Voy a requerir que te prepares, y necesito enseñarte esto un día que no haya nadie," me dijo. Y yo no pude evitar burlarme. 

"Creo que mejor voy a contárselo a quien más confianza le tenga, y ojo, mucho ojo eh, pip, pip, pip, pip," le contesté, burlándome de la parecida situación que salía en los anuncios de Cuidate a Ti Mismo, de los años 90's. 

"Ahora el que te va a deshuevar por chistosito soy yo," me contestó. "Te voy a poner ejercicios de elasticidad toda la semana, para que te prepares, y el sábado que no haya nadie te veo aquí. Ese día necesito tener disponible buena parte del equipo, y espacio también. No conviene que haya gente. Pero aparte necesito que tus músculos se aclimaten. Entonces, órale, ponte a jalar." Yo le hice caso y me puse a calentar. 

Justo como dijo Aleks, toda la semana estuve haciendo ejercicios de elasticidad y fuerza. Estuve colgándome de barras haciendo pull ups, crucé el gimnasio parado de manos como diez veces y el resto de los ejercicios fueron prácticamente clases de yoga. Al final de la semana sentía en mi cuerpo un placentero dolor de músculos que me recordaron todo los los ejercicios que practiqué. Quería ir a que me dieran un masaje para descargar los múculos, pero Aleks me lo prohibió, y me arrepentí de haberle hecho el comentario, si no le digo no se hubiera enterado, o eso creo. 

Llegó el sábado. Cuando entré al gimnasio no había llegado Aleks, pero noté que habían movido algunas cosas y había algo más que me parecía raro, pero no lograba identificar qué era. Después de algunos minutos se abrió la puerta y entró Aleks. Venia vestido con sus shorts de combate, lo que me desconcertó. 

"Qué ha habido, Vuser. Ponte a calentar," me dijo sin más. Me sorprendió lo seco del comentario, pero como fue una órden clara y él era mi coach, lo obedecí sin cuestionar. Es cierto que somos amigos y a veces se me olvida la verdadera relación por la que empezó esta amistad, pero no me molestaba nunca cuando dejaba claro que estaba en su rol de entrenador y no de camarada. Me puse a calentar. 

Había estado entrenando con mis shorts ajustados de lycra, y ese día no fue la excepción. Me quité la camisa y los tennis y comencé a estirarme. No pude evitar ver lo que hacía Aleks; se había acercado a los dos postes principales que soportaban las barras para hacer pull ups. Había  cuatro cuerdas colgando en los postes, una en la parte superior y una en la parte inferior de cada poste; eso era lo que me había parecido raro y que no había podido identificar. Aleks apareció de detrás de unas cajas con más cuerdas en sus manos. Ver esto me dio mala espina, pero confiaba en Aleks, en casi un año y medio de entrenar con él se había convertido en una de las personas en quien más confiaba. 

“¿Ya calentaste?” me preguntó otra vez de manera seca. 

“Si,” contesté.

“Calienta bien, este no va a ser un entrenamiento normal,” dijo Aleks mientras llevaba sus cuerdas a donde estaban las llantas de entrenamiento. 

Yo seguí calentando hasta que me sentí confiado de que ya estaba listo. “¿Ya?” le dije a Aleks, un poco desesperado. 

“Sí,” contestó, “ven acá. Este no es en sí un entrenamiento. Es más bien una terapia. Hoy vas a salir de aquí teniendo mucha más tolerancia al dolor y tus músculos van a ganar mucha resistencia en poco tiempo. Lo primero que voy a hacer es amarrarte a esta llanta.”

“¿Qué? ¿Estás jugando?” pregunté, y Aleks me contestó con una mirada que claramente decía ‘no’.

Me acerqué a él. Tenia la cuerda en su mano. Había hecho un arnés a base de nudos que dejaba cuatro extremidades que entendí eran para mis pies y manos. Le pregunté qué quería que hiciera y me dijo que me colocara con la espalda a la gigante llanta de tractor que usábamos para hacer ejercicios de fuerza. Me tomó de las manos y sentí que las amarró con las cuerdas, luego las levantó arriba de mi cabeza y me empujó para que mi espalda quedara pegada a la llanta. Después se colocó el otro lado y jaló las cuerdas, esto hizo que yo me recostara en la llanta a medida que esta giraba y me levantaba del suelo. Este movimiento y la posición en la que me dejaba era muy incómodos, pero no me quise quejar. Cuando estaba ya totalmente encima de la llanta mis pies colgaban en uno de los lados. Aleks pasó la cuerda por el hueco del rin y amarró mis pies con ella. Después ajustó los nudos del arnés para apretarla, cada vez más.

“¡Auch!” se me escapó cuando ya sentía dolor. 

“Abre la boca,” me ordenó Aleks, y metió un protector bucal cuando obedecí. “Muerde,” otra vez obedecí. Y justo después sentí que pegaba cinta adhesiva en mi boca de manera que no podía escupir el protector. Mis gemidos delataban mi inconformidad. 

“Cállate,” dijo Aleks. “No te voy a mentir, esto te va a doler, pero tienes que confiar en mí: te va a ayudar.”  Hizo girar un poco la llanta de manera que quedé viendo hacia el frente totalmente abierto de piernas y brazos, y no pude reaccionar cuando Aleks sacó un bastón largo, que parecía de bambú o de caña de azúcar, y me dio un fuerte golpe en el pecho. 

“¡¡¡¡MMMMMGGGHHHHHHH!!!!” fue lo único que pude emitir, cuando un segundo golpe me quemó el pecho de nuevo. Luego un tercer golpe me dio en el abdomen, y ese también se repitió. Cada golpe me hacía gemir de dolor. 

“Respira,” fue lo único que me dijo.

'Respira fundo', le dijo João a Aleks aquella vez. Fue la primera vez que lo sometió a esto, pero no sería la última. João le dijo que era la última parte de su entrenamiento de ocho meses. Durante esos meses lo había convertido en un luchador musculoso y atlético. El cambio había sido impresionante, y la última sesión era esta. Amarrado a una llanta, totalmente inmovilizado y con solo la ropa interior de entrenamiento que llevaba puesta. Cuando João comenzó a golpearlo, no sabía si era un castigo. Tenía solo 20 años y estaba confundido. Soportó el dolor lo mejor que pudo, quería impresionar a su entrenador. Cada golpe le dolía como nada que hubiera sentido antes, pero ahogó sus gritos. Incluso sin el bozal que tenia puesto no hubiera soltado ni un gemido... por lo menos hasta entonces. 

El bastón iba bajando poco a poco con cada golpe que recibía. Cuando recibí un golpe en el vientre, a milímetros de mis partes nobles me asusté. Supliqué a todos los dioses que no me fuera a golpear mi paquete. Empecé a decir que no violentamente, sin que la palabra pudiera salir de mi boca. Me puse muy nervioso. Viendo hacia abajo con mis ojos sentí el sudor en mi frente esperando inevitablemente sentir ese intensísimo dolor en mis genitales. Recibí otro golpe en el vientre, justo arriba de la base de mi verga, y Aleks paró. Yo respiré de alivio. No quería llorar enfrente de Aleks, pero sabía que si me golpeaba en los huevos sería inevitable. No estaba preparado para volver a ese tipo de tortura que me había dejado muy intranquilo. 

Aleks se acercó de frente a mí y examinó mi cara. Me vio de frente a los ojos como si me estuviera inspeccionando. Luego relajó las cejas e hizo una mueca que parecía una sonrisa, pero sin mostrar los dientes. No dijo nada, y yo no sabia si se reia de mí o aprobaba mi conducta. Se alejó un poco y ya no lo pude ver. No tuve que esperar mucho para volver a sentir el primer golpe en mi pecho. 

Aleks recordó cada golpe como cuando le hicieron esto a él. 'João no se detuvo ahi,' pensó Aleks. 'Él sí siguió bajando, solo unos pocos centímetros cada golpe'. Cuando sintió el agudo golpe del bastón en la base de la verga, Aleks quiso gritar y retorcerse de dolor. El segundo golpe, ya de lleno en su miembro, fue aun peor. El tercer golpe le dio en la punta de la verga y en los testículos por igual. Aleks empezó a llorar. Quería que João dejara de golpearlo de inmediato. Ya no quería saber nada de esa terapia. Sus gritos ahogados por el bozal se escuchaban fortísimo. Vio el bastón subir otra vez y quiso romper las cuerdas que lo sostenían. El último golpe lo recibieron los huevos solamente, y Aleks se desmayó. 

Repitió sobre mí la misma rutina de golpes tres veces más, desde la parte superior de mi pecho hasta el bajo vientre deteniéndose justo antes de llegar al que sería el castigo extremo. Yo me acostumbré al ardor de los golpes. La última vez que golpeó mi tronco yo no sentía dolor. Por fin dejó el bastón a un lado, y recogió un rodillo de plástico. Con él masajeó todos los músculos que acababa de golpear. Pasó el rodillo por todo mi tronco deteniéndose en mi cuello y donde empezaba mi bulto, haciendo una pequeña pausa ahí, y asegurándose que presionaba bien los músculos. Ese ritual también fue doloroso, sentía mis músculos muy sensibles. 

Cuando terminó desamarró mis pies y manos. Me quitó el protector bucal, se volteó y me dijo “descansa cinco minutos”. No sabía qué esperar después de los 5 minutos, pero no me atreví a preguntar. Pasé mis manos por mi pecho y abdomen. Se sentía diferente. Se sentía duro. Dolía, sí, pero no era un dolor insoportable. Algo había cambiado, como si me hubieran puesto un refuerzo entre mis músculos y mi piel. Veía las fibras marcarse en mi cuerpo; mis músculos estaban más fuertes, no cabía duda. 

'Descanse dez minutos, Aleks', le dijo João. Aleks no se levantó después de 10 minutos. 'Seus músculos ficam mais fortes, seus testículos mais resistentes. Agora, se você receber um soco no saco, não vai machucar tanto.'  Las explicaciones de João no le daba mucho consuelo. Aleks no podia pararse bien. Antes de que pudiera reaccionar, João lo tomó del brazo y lo llevó a donde estaban dos postes con cuerdas colgando de poleas. Lo tomó del brazo derecho y lo ató con el brazalete de cuero que tenia la cuerda en el extremo. 

“Ven acá,” me dijo, y supuse que los 5 minutos se habían terminado. Me llevó a los postes de donde se anclaban las barras de ejercicios gimnásticos, vi de nuevo las cuatro cuerdas sujetas a los postes. Noté algo que no había visto antes, en los extremos de las cuerdas había muñequeras de cuero ajustables con hebillas. Sentí un escalofrío. 

Aleks me tomó del brazo, agarró una muñequera y la ajustó en mi mano izquierda. Luego hizo lo mismo con la derecha y luego con cada talón. Se alejó y tomó dos de los extremos de las cuerdas, los que se ajustaban a mis manos. Los estiró, fuerte, y quedé colgado en posición de Cristo. Aseguró las dos cuerdas en un peso muerto enfrente de mí y siguió con las cuerdas de los pies. Esto no me gustaba nada. Estiró las cuerdas hasta que estuvo completamente abierto de brazos y piernas. Cuando las cuatro cuerdas estuvieron amarradas al peso muerto yo estaba en el aire, estirado de mis cuatro extremidades con un dolor casi insoportable. 

Estaba amarrado tal cual como Jean Claude Van Damme en Blood Sport. Comenzó a golpear mis brazos, así como había hecho antes. Parte por parte golpeó desde mi antebrazo hasta mi hombro, de cada lado. Los golpes eran igual de fuertes que los que había recibido en mi tronco. Lo que más me dolió fue cuando golpeó el tendón distal del bicep. Fue un dolor muy agudo que pensé que me iba a reventar la fibra. Por fin terminó de golpear mis dos brazos y continuó con mis piernas. Comenzó por los talones, y de nuevo avanzó hacia mi cuerpo, algunos centímetros a la vez. Luego golpeó mis chamorros y siguió hasta mis ingles, evitando mis huevos por milímetros. Cuando golpeaba mi otra pierna, uno de esos peligrosos golpes cercanos a mis partes nobles alcanzó a rozar mi bulto. El protector bucal amortiguó mi grito. No me dolió mucho, pero solo el recuerdo de esa humillación, y el hecho de estar amarrado de piernas abiertas, vulnerable a lo que Aleks quisiera hacer conmigo, hacía qué mis testículos intentarán esconderse dentro de mi cuerpo. 

Aleks estaba totalmente estirado con las piernas en un split perfecto. Su bulto sobresalía hacia abajo justo a la mitad de su cuerpo. El primer golpe que recibió fue en una mejilla, y le dejó una marca color rojo intenso. Después siguieron sus piernas. João comenzó con su pierna izquierda, y lentamente le fue dando golpes avanzando hacia los muslos. Aleks trató de no pensar en el momento que el bastón llegaría a la mitad del trayecto. Pero al llegar a su ingle João se detuvo y cambió de pierna, empezando otra vez por el talón, siguiendo con el chamorro derecho. De nuevo llegó a su ingle y se detuvo. Aleks esperaba el golpe certero a sus testículos, pero esto no sucedió. Continuó con los brazos y Aleks se tranquilizó. Pero después de que sus brazos fueran azotados por completo, João se acercó y se puso justo frente a él. Aleks sintió que lo agarraba de su paquete, y luego sintió que algo le aplicaba presión alrededor de su bulto sobre la ropa interior que tenía puesta. João le había puesto una mordaza hecha con dos piezas delgadas de bambú unidos con ligas. Su verga y sus testículos estaban atrapados y debido a los golpes anteriores, solo tener la mordaza puesta le causaba un fuerte dolor. João se alejó un poco, tomó el bastón de bambú y le dio un fuerte golpe en su ya sensible bulto. Aleks trató de gritar, aventó su cabeza para atrás, los ojos rodaron hacia atrás de sus párpados, y volvió a perder el conocimiento.

Aleks se dió cuenta que había estado a punto de golpearme en mis genitales, y fue más cuidadoso después de eso. Golpeó cada centímetro cuadrado de mis músculos sin tocar mis huevos. Brazos, piernas y espalda terminaron machacados por su bastón, y después masajeados por su rodillo. Cuando terminó de golpear mi cuerpo por cuarta vez, soltó las cuerdas. Mis músculos se relajaron. Caí al suelo lentamente mientras Aleks soltaba las cuerdas poco a poco. Mientras me liberaba de la tensión sentí el cambio inmediatamente. Mis brazos y mis piernas se sentían fuertes y flexibles, más que antes, mucho más. Encogí mis brazos y toqué con cada una de mis manos el hombro contrario. Encogí mis piernas también y abracé mis rodillas. Todo mi cuerpo estaba adolorido, pero sentía como si hubiera aumentado su tamaño. 

"Ponte a estirar, y te voy a dar una crema para que te la pongas llegando a tu casa," dijo Aleks mientras se alejaba a su locker. 

Me puse a estirar y sentí mis músculos arder. Cada ejercicio de estiramiento que hacía me indicaba que tenia un músculo que no conocía, y que sentía dolor. Sin embargo también sentía la nueva fuerza que habían ganado. Se sentían duros, como si tuvieran una costra que se hubiera solidificado. No podía esperar a luchar de nuevo para probar mi nueva fuerza. 

Aleks regresó con la pomada que había mencionado antes. Estiró su brazo y me la dio. “Te vas a poner una capa delgada de esto en todo tu cuerpo,” me dijo, “y te vas a bañar con agua fría. ¿Cómo te sientes?”

“Pues me duele todo el cuerpo, pero siento los músculos muy fuertes. Sí funciona esto, eh. Estoy sorprendido.”

“Claro que funciona, por eso lo hice. Y no te duele todo el cuerpo, casi todo, pero no todo. Te evité un dolor muy grande, y creo que ya sabes a qué me refiero.”

“Sí, ya sé. Y estoy muy agradecido. No hubiera soportado otra tortura como la de hace tres semanas.”

“Justo por eso te lo evité. Creo que ya soportaste lo que tenías que soportar ahí abajo. Porque aunque los testículos no son músculos, sentir el dolor te ayuda a soportarlo en el futuro.”

No pude evitar preguntarle, “Aleks, ¿quién te enseñó esto?”

Aleks me miró un momento, como si estuviera pensando en lo que me iba a decir, y luego me habló: "Mi entrenador me hizo esto también," y comenzó a contarme lo que había pasado...

Aleks tenía 19 años cuando su coach, João, lo descubrió en una clínica de tae kwon do. Le vio potencial como luchador y lo invitó a entrenar con él. Aleks siendo un niño casi de la  calle no tuvo que pedir permiso. Sus padres no se ocupaban de él, vivía con su abuela, que trabajó para mantenerlo. Aleks ahora trataba de mantenerla a ella, pero su trabajo no le daba suficiente dinero, por lo que entrenaba para ganar una beca. 

João le propuso entrenarlo sin cobrarle, y a cambio, Aleks se comprometía a combatir en torneos de mma, y le pagaría con el 40% de lo que Aleks ganara. Teniendo pocas opciones para generar dinero, Aleks accedió. 

João le dio un programa de trabajo. Le puso rutinas de fortalecimiento, y lo entrenó en artes marciales. Trabajó su musculatura y su condición física. En menos de 9 meses Aleks ya era otro completamente. Pero João no tenía planes de detenerse ahí. Necesitaba que Aleks ganara los torneos para que rindiera frutos su inversión. Fue entonces cuando comenzó con la terapia de endurecimiento de músculos. 

Aleks después de su primer terapia
Aleks despertó cuando João estaba usando el rodillo de plástico en su espalda. El dolor era apenas soportable. Cuando recordó lo que le estaba haciendo se enfocó en la sensación de su entrepierna. La mordaza seguía alrededor de su hombría. Podía sentir la presión en su bulto. João no había sentido nada de compasión. 

Siguió sintiendo el rodillo machacar sus músculos. Sus piernas. Cuando llegó a su paquete, no se detuvo. Presionó el rodillo en sus huevos. Aleks comenzó a gritar, pero tenía puesto el bozal que le impedía liberar el llanto. Su cara estaba totalmente roja, sus ojos cerrados con fuerza. João volvió a pasar el rodillo por sus genitales una vez más, y otra vez y otra vez. Aleks no se desmayó, pero el dolor se volvió insoportable.

“Mi coach no me ahorró el dolor en los testículos,” me dijo Aleks. “Quería que fuera capaz de soportar todo en una lucha, incluso los golpes bajos. Esto que te hice me lo hizo él a mí durante cinco años. Cada cuatro meses me azotaba los músculos y los huevos.”

“¿Qué dices? ¿Cómo soportaste?” le pregunté muy sorprendido. Por un momento sentí mucha lástima por mi coach.

“Cada vez dolía menos. Mis músculos se hacían más fuertes, y soportaba más la tortura. Al final del quinto año me podías dar un martillazo en los huevos y yo te hubiera matado a golpes al siguiente segundo.” Yo no lo podía creer. No quería ni pensar que me hicieran eso a mí. 

Quería saber más sobre los métodos extremos de su entrenador, pero me intrigaba más la salud de Aleks. 

“Aleks, perdón por la pregunta, pero ¿no te causó algún daño grave? Digo, si te pegaba como me pegaste a mí, y si ya no sientes dolor, ¿no te preocupa que..?”

“Lo que te cuento pasó hace más de diez años, Vuser. Terminó hace más de diez años. La terapia necesitaba un poco más para hacerse irreversible. Afortunadamente pude escaparme de João. Si me pateas en los huevos hoy, me va a doler igual que a ti.”

“Ah,” fue lo único que pude contestar. No sabía qué decir. “Me da gusto,” dije sin detenerme a pensar que no era la mejor respuesta. 

“Hay muchas cosas que no sabes de mí, Vuser,” me dijo. “Ponte la crema. Descansa. El lunes nos vemos aquí. Hay más cosas que te voy a enseñar.”

Me dio la mano, y luego un abrazo. Sentí cada parte de sus brazos en mis hombros y mi espalda. Recogí mis cosas, y salí del gimnasio. 
Aleks ganando su primera pelea después de la terapia

João por fin soltó a Aleks. Se quedó tirado. Tenía lágrimas secándose en su rostro. El dolor no se mitigó hasta dos horas después. Aleks ni se dio cuenta cuando João salió. Lo dejó solo ese día, y cada día de la terapia. Aleks no perdió ningún torneo después de su tercera sesión. Ganaba fuerza, ganaba resistencia, y perdía dignidad. 

Man of the North (part 2 of 3)

 (This story starts with "Man of the North (part 1 of 3)") That afternoon I went to see my uncle. I was surrounded right away ; I ...